GARA
BRUSELAS

Bruselas asume que el SMI puede beneficiar la movilidad social

En los últimos meses, hay mensajes socioeconómicos de gran calado que sorprenden no por su contenido, sino por quién los asume o, incluso, promueve. En este caso, la Comisión Europea se presenta como valedora del salario e ingreso mínimos, pero no tiene competencias en la materia. En el seno de la UE, las diferencias son casi abismales.

La Comisión Europea asegura que «unos salarios e ingresos mínimos adecuados pueden tener un efecto beneficioso» en la movilidad social de las ciudadanas y ciudadanos que viven en el club comunitario. Este es el mensaje que resume el contenido de un informe sobre la evolución del empleo y la situación social que el Ejecutivo de la UE ha presentado esta semana.

El análisis indica que las personas que reciben un sueldo mínimo «parecen tener más posibilidades de mejorar de manera significativa su salario de un año al siguiente» en comparación a quienes no lo cobran.

«Por lo tanto – añade–, un salario mínimo sirve como un trampolín hacia trabajos mejor remunerados, incluso a muy corto plazo. En el largo plazo, los salarios mínimos podrían ser un incentivo para incorporarse al mercado laboral».

En consecuencia, insta a reflexionar sobre el papel que los sueldos mínimos pueden tener «a la hora de dinamizar la oferta de mano de obra y proteger a los trabajadores de los riesgos sociales», sobre todo ante recesiones como la provocada por la pandemia del coronavirus.

Enormes diferencias internas

En la UE –donde no todos los Estados miembros tienen instaurado por ley un SMI–, las diferencias siguen siendo enormes, ya que, a 1 de enero de 2020, la cantidad mensual oscila entre los 312 euros de Bulgaria y los 2.142 de Luxemburgo.

Precisamente, en enero, la Comisión abrió una consulta pública con sindicatos y patronales para garantizar que en el futuro todos los Estados establezcan un salario mínimo. La idea no es fijar un salario mínimo común –de hecho, la UE no tiene competencias salariales–, sino asegurar que los existentes en cada Estado permiten tener unos ingresos decentes.

En el caso del Estado español, el informe señala que más de la mitad de las personas que cobraban el salario mínimo en 2016 vieron cómo su sueldo aumentaba al menos un 25% en 2017. De hecho, es el socio de la UE donde los trabajadores que ganan el SMI «tienen las mayores posibilidades de lograr un incremento salarial significativo de un año a otro». La probabilidad de ver crecer su salario entre 2016 y 2017 era 37 puntos porcentuales mayor para quien cobraba el sueldo mínimo frente a otros trabajadores. El SMI ha pasado de los 764,4 euros mensuales de 2016 a los 1.108,3 actuales, repartiendo el total anual entre doce pagas.

El fondo de recuperación se hará esperar

La Comisión Europea cree que no será posible desembolsar las primeras ayudas del fondo de recuperación poscovid en enero de 2021, fecha anunciada inicialmente para su entrada en vigor, pero confía en que el dinero empiece a llegar a los Estados receptores a finales del primer semestre del próximo año.

El Ejecutivo comunitario publicó el jueves una serie de directrices para que los Estados miembros preparen sus planes para solicitar las ayudas del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, el principal pilar del fondo de recuperación acordado en julio, que copará 672.500 millones de euros del total de 750.000 millones. Fuentes comunitarias explicaron que «ni siquiera en el mejor escenario» esperan que la Comisión pueda emitir ya en enero la deuda con que se financiará el fondo.

Para que la Comisión pueda ir a los mercados, es imprescindible que el Consejo de la UE (los Estados) apruebe por unanimidad la decisión que permitirá elevar el techo de recursos propios del presupuesto comunitario para generar el margen fiscal que facultará la emisión y que este texto sea después ratificado por varios parlamentos estatales. Además, para proceder a la emisión harán falta una serie de pasos adicionales, por lo que Bruselas confía en que el proceso esté concluido en primavera. GARA