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Pulso por el TS de EEUU en campaña tras la muerte de su icono progresista

La muerte del icono progresista del Tribunal Supremo (TS) de EEUU, la jueza Ruth Bader Ginsburg, ha desatado en plena campaña electoral un pulso entre demócratas y republicanos sobre su reemplazo. Trump instó ayer a cubrir la plaza, lo que le permitiría apuntalar una mayoría conservadora en un órgano con poder de cambiar las leyes durante décadas.

El presidente de EEUU, Donald Trump, instó a los republicanos a cubrir «sin demora» la vacante dejada en el Tribunal Supremo por la muerte el viernes de la jueza e icono progresista Ruth Bader Ginsburg a los 87 años.

«Se nos ha puesto en una posición de poder e importancia para tomar decisiones por la gente que nos eligió con orgullo, de las que la más importante ha sido considerada durante largo tiempo la selección de los jueces del Tribunal Supremo de EEUU ¡Tenemos esta obligación, sin demora!», tuiteó Trump.

La muerte de Ginsburg ha desatado un pulso entre republicanos y demócratas sobre la búsqueda de un sustituto, un asunto que representa una oportunidad para Trump y que cambiará radicalmente la dinámica de la campaña para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

El Supremo está compuesto por nueve jueces con puestos vitalicios que tienen el poder de cambiar las leyes durante décadas. En concreto, juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de las minorías y de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas. Son nombrados por el presidente y tienen que ser confirmados por el Senado.

Para la derecha cristiana ultraconservadora, el Supremo es un asunto central y este mes, Trump renovó su promesa de nombrar a jueces que se opongan al aborto y prometan proteger el derecho a portar armas.

La batalla política va a ser enorme y si Trump logra su objetivo, el Alto Tribunal será el más conservador en un siglo.

El candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, consideró, por su parte, que debe ser el presidente que salga elegido en las urnas el 3 de noviembre quien elija a un sustituto.

Recordó que, en 2016, tras la muerte del juez conservador Antonin Scalia, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ignoró al sustituto que eligió el entonces presidente Barack Obama y ni siquiera sometió su nominación al voto, con el argumento de que no tenía sentido aprobarlo en un año electoral.

Pero, esta vez, McConnell se comprometió a someter a voto al candidato que Trump seleccione. Para confirmar a un nuevo juez, necesita una mayoría simple, algo que podría lograr si 53 de los 100 senadores republicanos se mantienen fieles a Trump. No obstante, el proceso de confirmación podría complicarse si hay deserciones entre los senadores republicanos más moderados.

La propia Ginsburg sabía que su muerte provocaría una tormenta política en Washington y antes de fallecer dictó a su nieta una frase recogida por la cadena NPR: «Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que un nuevo presidente haya prestado juramento».

«Yo disiento»

Nominada por Bill Clinton en 1993, Ginsburg era la jueza de más avanzada edad de los nueve que conforman en Supremo, a donde llegó como la segunda mujer en la historia que ocupara un puesto en esa Corte tras toda una vida dedicada a causas feministas y a los derechos civiles.

Al principio, se ubicaba en el centro-izquierda; pero, a medida que el Supremo se volvió más conservador, comenzó encarnar visiones más progresistas y tomó la costumbre de exponer sus argumentos en un escrito que publicaba como voto particular cada vez que disentía –«Yo disiento»- con la mayoría.

Según explica en su biografía, entendía que esos escritos estaban reservados para temas de importancia clave y daban al Congreso la oportunidad de corregir un error legal. Lo que se hizo realidad en 2007, cuando expresó su desacuerdo con una sentencia que permitía que las mujeres siguieran siendo víctimas de discriminación salarial y, en respuesta, dos años después, el Congreso aprobó una ley para revertir esa situación.

Poco a poco, sus vehementes opiniones comenzaron a llamar la atención de los más jóvenes, mientras se convertía en el blanco de odios de la derecha radical.

Descontento con el director del FBI, Trump no descarta reemplazarlo

Donald Trump dijo el viernes estar muy descontento con el director del FBI, Christopher Wray, quien se ha desmarcado de algunas de sus tesis, y no descartó sustituirlo.

A Trump le molestó que el jueves ante el Congreso asegurara que ve al grupo Antifa «más como ideología que como organización» e insistiera en que Rusia está muy activa para influir en las elecciones, sembrar división y denigrar a Joe Biden».

«El gran problema es China», reaccionó airado Trump.GARA