Raimundo Fitero
DE REOJO

Las olas

Las segundas olas son las que siempre te pillan distraído. Mirando desde la orilla, las olas se ven venir, pero metido en la primera ola, la segunda se intuye, pero es muy posible que se te lleve por delante. Ahora mismo se escuchan declaraciones oficiales que hablan de la segunda ola de la pandemia. ¿Tanto les ha costado a los supuestos responsables darse cuenta de que llegaba y se iba formando con una fuerza creciente debido a su falta de determinación cuando no negligencia? Europa entera está viendo crecer todos los parámetros e indicadores y no existe un protocolo común, lo que provoca en las poblaciones un desconcierto absoluto.

Parece que la consigna europea es no parar la economía, actuar con toda la fuerza del entretenimiento con los anuncios de vacunas que no se sabe cuándo serán efectivas, con el fin de no declarar el confinamiento. Dejar que las cosas sucedan por los cauces más amortizados por informaciones y estadísticas sesgadas y confusas, cuidar a los infectados que se pueda y con los medios que se tenga, buscar la inmunidad colectiva o de manada a base de sustos, sobresaltos y medidas menores y en el peor de los casos, enterrar a los muertos.

Parece una actitud suicida, porque el contagio masivo puede llevar a la peor situación económica posible, los hospitales y centros de atención públicos empiezan a estar saturados, mientras que los privados gozan de una tregua incomprensible porque lo normal sería que se intervinieran todos los recursos sanitarios para aliviar esta situación. Esta nueva ola, es la ola definitiva, la que se va a encontrar con las olas antiguas de gripes y constipados, con los profesionales sanitarios quemados y agotados, con la población más despistada que nunca que vuelve a hacer acopio de papel higiénico, el símbolo del confinamiento.