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SANTIAGO de CHILE

Masivo referéndum en Chile para abolir la Constitución de Pinochet

Casi 15 millones de chilenos estaban llamados ayer a las urnas para elegir entre la Constitución de Pinochet y una nueva Carta Magna redactada por los ciudadanos. En pleno desconfinamiento y en un día primaveral soleado, los ciudadanos votaron en masa en un ejercicio constituyente habilitado por la protesta de un pueblo movilizado.

Los chilenos se acercaron ayer en masa a las urnas para decidir si cambian la Constitución de 1980 creada por el dictador Augusto Pinochet, que ha permitido un sistema económico que privatizó la salud y la educación, estimuló el saqueó del Estado y facilitó la extracción de sus recursos naturales. Tenían dos preguntas: «Apruebo» o «Rechazo» –el cambio de Constitución– y la segunda, sobre la modalidad en caso de ganar la primera opción: «Convención Constitucional» (155 ciudadanos elegidos por voto) o «Convención Mixta» (86 parlamentarios y 86 ciudadanos elegidos).

Debido a la pandemia, que ha azotado con dureza a Chile –está en proceso de desconfinamiento, ya se han permitido la apertura de restaurantes con terrazas y de tiendas con aforo reducido–, la clásica polarización de la sociedad chilena no se hizo visible en las calles, solo las en redes sociales. El ambiente se vio tranquilo, en parte debido a una primavera con temperaturas agradables que invitaba a votar y que contribuyó a la alta participación.

Gracias a la calle movilizada

El referéndum solo ha sido posible gracias a la calle y a la protesta, a la organización de la sociedad civil, a las asambleas populares donde se discutían y generaban documentos sobre la necesidad de cambiar el modelo político y económico del país. La monumental protesta del 25 de octubre del año pasado, que congregó a un millón de personas solo en la capital, y la huelga general del 4 de noviembre aceleraron las cosas y precipitaron los acontecimientos. Así se pudo anunciar el 15 de noviembre, tras una maratoniana sesión del Congreso, el «Plebiscito por una Nueva Constitución» de ayer. Mientras tanto, hasta la llegada de la pandemia, el pueblo ha seguido movilizado.

El sistema institucional con el presidente Sebastián Piñera a la cabeza se vio obligado a reaccionar ante la profundidad de la crisis política y aceptó dar inicio a un proceso constituyente. Algo que a ojos de la historia reciente de Chile resulta bastante radical. Y es que la Constitución de 1980 tiene una serie de trampas que la hacían, como ocurre con la Constitución española, sacrosanta, tan rígida que al final ha sido el detonante de que el sistema estallara.

Las encuestas a pie de urna daban el triunfo del «Apruebo», y apuntaban que un 69% votaría por esa opción frente a un 18% por el «Rechazo». Pero eso tienen los procesos constituyentes: nadie sabe cómo terminan, no hay parámetros preestablecidos que definan el nuevo orden que saldrá de todo esto.

Por eso los más conservadores apostaron por el «Rechazo». Pero una mayoría social ya no cree en las bondades del neoliberalismo económico y en el modelo de sistema que dejó atado y bien atado Pinochet.

Expectativas; todo cabe en el voto, hasta la esperanza de cambiarlo todo

Las calles de Chile se llenaron ayer por primera vez desde el inicio del brote de coronavirus y millones de personas acudieron a votar en el plebiscito.

Las expectativas eran altas. Todo cabía en la papeleta. Mucha gente votó «Apruebo» en favor del cambio, en defensa de que todo cambie: salud, Seguridad Social, cultura... por otras formas de vida más comunitarias. También había miedo y se votó «Rechazo»para que solo haya cambios graduales que no afecten a la economía. GARA