EDITORIALA

Hacer visible la violencia invisible contra las mujeres

Hoy se conmemora el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una convocatoria iniciada por el movimiento feminista latinoamericano que, posteriormente, la Asamblea General de la ONU institucionalizó en 1999. Un hito que sirve para denunciar diferentes aspectos de esa violencia estructural que se ejerce contra las mujeres y al mismo tiempo para reivindicar que se actúe hasta lograr su erradicación definitiva, algo para lo que todavía queda un largo camino que recorrer. Ayer mismo un hombre fue detenido en Donostia después de que acuchillara a su pareja, que se encuentra ingresada en estado grave.

La violencia contra las mujeres va más allá de las agresiones físicas y sus consecuencias más trágicas. Quienes niegan estas buscan minusvalorar la importancia de esta realidad y su dimensión. A menudo la violencia de carácter psicológico supone una presión mucho más sutil, queda oculta y va mimando a las mujeres que la padecen hasta su aniquilación. Esa coacción intangible impide que se pueda ver, dificulta tomar conciencia de su existencia y que se pueda combatir. Hacer visible esa violencia ha sido el objetivo de la campaña promovida por Emakunde este año y en la que ha contado con los testimonios de mujeres mayores, ya que a menudo la edad se convierte en un factor que aumenta la vulnerabilidad de estas personas.

Y esa violencia invisible es un efecto más del machismo que da carta de naturaleza a todas esas actitudes. Combatir ese machismo es tarea de todas las personas, de toda la sociedad. Como muy bien explica Maitena Monroy en la tribuna que hoy publica en GARA, es una tarea muy compleja y llena de sutiles matices y quehaceres pendientes; una tarea de resistencia y rebeldía, pero también de aprendizaje y de construcción de la memoria histórica. Y el feminismo es la herramienta definitiva para terminar con la violencia contra las mujeres.