Gracias a que no paramos de escarbar en busca de diosas perdidas, he descubierto a la cantante metalera Azuzena. Con lo heavitona que soy, ¿cómo podía desconocerla? Hija de una vedette de “El Molino” y de un guitarrista flamenco, se crió sobre el escenario, de gira.

Una noche en que su madre estaba pachucha, la nena de cuatro años se ofreció a actuar. Embrujó. Se arrancaba igual de bien con la copla o con el blues, pero su pasión fue el rock duro. Tía bellísima y potente, lesbiana evidente en un mundo hipertestosterónico, tuvo que aguantar a mucho macho en el grupo Santa. Alguno se disculpó con ella más tarde; otros, jamás.

En sus últimos años, regentó un chiringuito rockero en una playa de Alacant: ahora que no hay fiestas, fantaseo con estar allí, con ella. Björk le diría: «No te estás imaginando cosas. Todo lo que un tío dice una vez, tú lo tienes que decir cinco veces». Y Azuzena contestaría, ya te digo.

«En algún lugar y en este momento, la futura Mujer del Año está probablemente sentada en un coro o en una clase de piano. Y tenemos que cuidarla». Esto lo dijo Taylor Swift en los premios Bilboard, en 2014. Billie Eilish se la devolvió en la misma gala, cinco años después. «En 2014, tenía 11 años, cantaba en un coro y estaba aprendiendo a tocar el piano. Vosotras me cuidasteis. Gracias». Y se fundieron en un abrazo. Rocío Jurado, siempre lo tuvo claro. «Yo soy feminista, porque ser feminista es defender a las mujeres». Dolly Parton bromea con que su sujetador tardó en arder tres días de revuelta contra el patriarcado. Madonna, Miley Cyrus, Cher, Debbie Harry, Paulina Rubio, Soleá Morente, Dua Lipa, Cazzu, Lido Pimienta, Javiera Mena, La Furia, La Mala, La Zowi,… me desbordo, es que me desbordo de hermanas.

Geri Halliwell le dijo a la gran poetisa punk Kathy Acker, en una entrevista a las Spice Girls. 1997: «Somos una comunidad en la que cada una de nosotras brilla de forma individual, sin hacer que ninguna otra se sienta insegura. Nos liberamos mutuamente. Una comunidad tiene que ser liberadora».