Carlos GIL
Analista cultural

Teorías

Desde que los teatros, salas de exhibición, museos y otros altares de la cultura en vivo están pasando por tantas vicisitudes que se escapan a la lógica con la que se han ido aposentando las madres de todo este tinglado que, para intentar apaciguar el desasosiego o por el simple hecho de tener que matar moscas con el rabo, han aparecido varias teorías, que son más que nada deseos, o instrucciones de uso para solventar la actual parálisis institucional y estructural, de las cuales tenemos que admitir que al menos intentan colocar algunas flechas fluorescentes en este túnel que atravesamos sin balizamientos.

Nadie va a dudar de que se está intentando desde todos los puntos de vista acomodarse a la situación sobrevenida. Establecer como algo irreversible el estado de distopía en la que el Teatro se puede ver a través de un medio tan antiguo como es la televisión y seguir llamándole así, considero que es fruto de una urgencia angustiada, que intenta operar como ansiolítico pero que no soluciona nada. Para los puristas porque insistimos que eso es un fraude, no es teatro si no hay presencia física ni se ha encontrado una manera adecuada de hacerlo sostenible. Que se han descubierto instrumentos ya existentes para reuniones a distancia. Así es. Buena noticia. Sorprende detectar que muchos de nuestros teatros de referencia no tenían un archivo adecuado y de calidad para mostrar en diferido las obras de años anteriores.