Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La maldición de Lake Manor»

Secretos, mentiras y otros miedos

Roberto De Feo se lo ha jugado todo a una carta en este su muy interesante debut en el formato largo. En realidad, la jugada planteada por el director italiano incluye en su baraja múltiples referencias conocidas dentro de los territorios del terror y marcando algunas cartas que nos recuerdan las fuentes de las que bebe “La maldición de Lake Manor”. Entre ellas figuran las resonancias estéticas que Alejandro Amenábar empleó en “Los otros” y la saludable intencionalidad argumental que planteó M. Night Shyamalan en su magistral pero incomprendida “El bosque”. Teniendo claras estas fuentes, a nadie se le escapa que el final incluye una sorpresa de la que lógicamente no revelaremos nada.

A las referencias señaladas con anterioridad habría que sumar el espíritu que ha influido a esta película, escenificada en una inquietante mansión habitada por personajes no menos lóbregos y que tiene como base arquitectónica el imaginario literario que Edgar Allan Poe imprimió en “El hundimiento de la casa Usher” y la referencial “Otra vuelta de tuerca” de Henry James. Está claro que De Feo ha querido jugar sobre seguro en un primer filme que aglutina muchas cosas, tal vez demasiadas, pero que logra su cometido de hacer partícipe al espectador de una función muy bien planificada y que tiene entre sus principales virtudes la insalubre atmósfera en la que se desarrolla este cuento de reminiscencias góticas. En el epicentro de este conjunto asoma la figura de un chaval parapléjico que, junto a su posesiva madre, habita una mansión alejada de todo. Sobre el chaval pesa una advertencia: jamás debe abandonar este edificio. La irrupción de una joven que llegó para ayudar al protagonista trastocará una dinámica opresiva y dará rienda suelta a lo imperceptible.