Aritz Intxusta
EL FUTURO DE LA FUNDACIÓN CAN

Una urna nueva para las cenizas de la CAN

Los grupos del Parlamento de Iruñea aprobaron ayer la apertura de una ponencia que estudie qué hacer con la Fundación Caja Navarra, que ha perdido el carácter especial de fundación bancaria. Gestiona un patrimonio de 125 millones de euros en acciones de Caixabank, que rentan más bien poco.

Hace ocho años que Caja Navarra no existe, pues se la comió Caixabank. El trile de entonces fue que, en realidad, la caja no era de nadie, si acaso de la gente que tenía ahí su dinero. O eso decían. Y sin embargo, quien tiene que gestionar sus restos tanto tiempo después es el Parlamento. Curioso.

Los restos de la CAN no son minucia, sino 125 millones de euros públicos (por eso decide sobre ellos el Parlamento) que juegan en Bolsa. Bueno, quizás jugar no sea la palabra, pues jugar es difícil con las manos y los pies atados. Todo ese dinero está invertido en acciones de Caixabank. Y ahora mismo no rentan demasiado, relativamente. Fueron 1,5 millones de euros en el último ejercicio. Muy lejos de las cifras de obra social de la CAN, desde luego, que llegaba a destinar 50 millones o más. La CAN gastaba un poco a lo loco, en obra social, en sedes y en sobresueldos a políticos, la verdad.

El exdirector de la caja, Lorenzo Riezu, siempre se lamentó de que, al final, lo que fue la entidad acabara en un puñado de acciones y, además de ello, Nafarroa tuviera que poner «todos los huevos en el mismo cesto».

La Fundación CAN tiene el 0,6% de Caixabank al término de las últimas fusiones. Cuando tenía un 1%, podía nombrar consejero. Ahora, ni eso. El control que tiene Nafarroa de lo que hace o deshace Caixabank resulta, por lo tanto, ínfimo. Por esto, ya no puede seguir siendo una fundación bancaria y las cenizas necesitan una urna nueva.

La ponencia que arrancó el lunes decidirá, pues, entre una serie de modelos de urna que existen en el catálogo, como convertirla en una fundación al uso. O bien, el Parlamento se pone manos a la obra y le hace un sarcófago a medida, a través de una ley nueva.

En lo político, el devenir futuro de la Fundación CAN no promete dar demasiado juego. Como su función es recibir el dinero que les rentan las acciones, el patronato está formado por figuras referentes de organizaciones sociales de Nafarroa. Así pues, mientras el Gobierno navarro requiera de equilibrios entre diferentes fuerzas, el filtro de los patrones será funcional.

Por contra, si el herrialde vuelve al modelo de entendimientos sempiternos entre UPN (o como quiera que se llame a futuro) y un PSN vuelto al redil, derivará en lo que fueron muchos de los consejetes satélites de la vieja CAN; es decir, en otro pesebre.

No me resisto a una coda. Los discursos en el Parlamento de Iruñea diciendo que la CAN no era pública fueron hace casi una década un insulto a la inteligencia. Es como si ahora alguien dijera que no han ardido contenedores en las protestas por Hasel. No se puede discutir sobre lo evidente. El único debate posible es sobre si los contenedores que arden son muchos o pocos.