Pablo GONZÁLEZ
Periodista
ESCALADA EN EL DONBASS

Ucrania vuelve a escena por el aumento de la tensión con Rusia

Kiev intenta aprovechar esta crisis para lograr alguno de sus objetivos: evitar el cumplimiento de los acuerdos de Minsk y acelerar su integración en la UE y la OTAN. Rusia amenaza con una ofensiva que pondría en duda la propia existencia de Ucrania. Los países europeos buscan relajar la tensión y EEUU parece evaluar qué dividendos le puede proporcionar.

En febrero de 2015 se firmaron en Minsk, capital de Bielorrusia, unos acuerdos que debían traer la paz al este de Ucrania, a la región sublevada del Donbass. Allí los separatistas, apoyados por Moscú, se alzaron en armas en la primavera de 2014. La consiguiente intervención militar ucraniana estuvo a punto de aplastar la insurrección, pero la acción combinada de fuerzas locales armadas por Rusia y la intervención directa y puntual de las fuerzas armadas rusas llevaron a la derrota militar ucraniana. Por ello, Kiev se vio forzado a firmar unos acuerdos que reconocían un estatus especial al Donbass y una amnistía a los insurrectos.

El problema vino casi tras su firma porque la parte más nacionalista y antirrusa de la sociedad ucraniana no aceptó la reintegración del Donbass con unas condiciones favorables a los intereses de Moscú y la población rusohablante de Ucrania. Con un estatus especial y bajo un régimen de autogobierno, estos territorios podrían vetar de forma permanente la integración de Ucrania en la UE o la OTAN. Un escenario que ya puso en práctica Moscú con Transnistria, en Moldavia, y Abjasia y Osetia, en Georgia.

Por esta oposición de los elementos más extremistas de la sociedad, ni entonces el presidente Petro Poroshenko, bajo cuyo Gobierno se firmaron, ni ahora su sucesor Volodimir Zelenskiy han conseguido avanzar lo más mínimo en la implementación de los acuerdos. Es más, la diplomacia ucraniana ha buscado la manera de renegociar o al menos posponer dichos compromisos. Por eso una de las tácticas más comunes eran pequeñas escaladas bélicas en el Donbass antes de las reuniones del Grupo de Minsk, formado por Alemania, Estado francés, Rusia y Ucrania.

Algo similar ha ocurrido este mes de marzo. Cuando se hablaba de que una nueva reunión en formato online, pero sin la presencia de Zelenskiy, empezaron a aparecer imágenes de equipamiento militar ucraniano camino al Donbass. Asimismo, se reactivaron los duelos de artillería entre ucranianos y separatistas, provocando una treintena de militares de ambos bandos y tres civiles muertos en Donetsk, uno de ellos un niño de 5 años.

Rusia respondió con una movilización masiva de sus fuerzas armadas hacia la frontera con Ucrania. Cerca de 100.000 efectivos, dos cuerpos de Ejército, se encuentran listos para el combate en la frontera común. Finalmente, la reunión del Grupo de Minsk tuvo lugar el 31 de marzo sin la participación de Zelenskiy y sin nuevos avances en la resolución del conflicto. A partir de entonces, las tensiones en el frente del Donbass han empezado a bajar, mientras subía la retórica diplomática.

El secretario de prensa de Putin, Dmitri Peskov, dijo que Rusia no va a permitir la «repetición de Srebrenica» (matanza de bosnios musulmanes durante la guerra de Bosnia), en referencia a una hipotética limpieza étnica de las fuerzas ucranianas si toman Donetsk y Lugansk, y dando a entender que Rusia intervendría de manera directa. Esta idea fue recogida y ampliada por el representante ruso para el Donbass, Dmitri Kozak, quién advirtió de que si Kiev lanzaba una ofensiva, pondría en duda la propia existencia de Ucrania.

Esta amenaza directa tiene además como trasfondo el hecho que cerca de medio millón de personas del Donbass han recibido el pasaporte ruso desde que Moscú empezó a entregar en masa en 2019. Así, el Kremlin puede apelar a la propia Constitución rusa y a la obligación de proteger a sus ciudadanos. Ya lo hizo en 2008 en Georgia.

Exigencias ucranianas. Este escenario está siendo aprovechado por Kiev para buscar dividendos. Zelenskiy pide que se acelere la integración de Ucrania en la UE y la OTAN. Además, EEUU ha vuelto a la región. Con Joe Biden en la Casa Blanca, la situación cambia en gran medida. El actual presidente ya fue el encargado de la cuestión ucraniana cuando era vicepresidente en la Administración Obama.

EEUU han reactivado programas de ayuda militar a Ucrania. Además, sus instructores están presentes en el país y miembros de sus fuerzas armadas visitan el Donbass. En marzo y abril, más de una decena de aviones de transporte estadounidenses han volado hacia Ucrania, llevando equipamiento militar y presuntamente, según la Inteligencia rebelde, a instructores miembros de sus fuerzas especiales.

Gas y sanciones. Otro tema para el que parecía servir la escalada en el Donbass es el del gasoducto Nord Stream 2. Esta tubería, a punto de ser terminada, llevará gas ruso directamente a Alemania por el fondo del mar Báltico. Se trata de una amenaza seria para los planes estadounidenses de vender gas licuado a Europa, que al mismo tiempo pondría en duda el tránsito del gas ruso por Ucrania, lo que dejaría al país en una posición muy débil de cara a negociar un precio bajo para poder calentar los hogares y abastecer a la industria.

Una escalada bélica en el Donbass podría ser la excusa perfecta para que los países europeos, especialmente Alemania, se replantearan paralizar el proyecto. Un proyecto que sigue adelante pese a las sanciones que impuso la Administración Trump a las empresas que lo llevan a cabo e incluso a pesar del envenenamiento del opositor ruso Aleksei Navalniy. Sin embargo, la subida de la apuesta de Moscú parece ser más alta y en caso de hostilidades amenaza con ocupar parte de Ucrania, lo que haría que la ganancia de EEUU respecto al gasoducto fuera la pérdida de grandes territorios en Ucrania.

Moscú ha respondido a las sanciones anunciadas el jueves por Biden con medidas similares: la expulsión de 10 diplomáticos de EEUU y la adopción de castigos similares contra varios funcionarios con responsabilidad en instituciones gubernamentales. Ya en 2014 tras las sanciones por la anexión de Crimea, Rusia lanzó una sistema de tarjetas de pago propias, el sistema MIR, y ahora desde el Kremlin declaran no temer siquiera la desconexión de Rusia del sistema de transacciones bancarias SWIFT. Lo que deja a Washington cada vez con menos herramientas de presión sobre Moscú, una estrategia que parece cada vez más reorientada hacia el gigante chino. Por todo ello, la probabilidad de una guerra en Ucrania existe, pero se reduce teniendo en cuenta todas las piezas de este puzzle geopolítico.