Daniel GALVALIZI
ELECCIONES EL 4M EN MADRID

Campaña con lucha de bloques y la certeza de Ayuso ganadora

Derecha e izquierda pugnan por un escaño más el 4M. El PP aspira a renovar el Ejecutivo sin Ciudadanos y sólo con el apoyo de Vox. PSOE, Podemos y Más Madrid llaman a movilizarse como única opción.

La campaña electoral para el mandato más corto de la historia de Madrid ha comenzado. Dos semanas para definir a un gobierno regional que durará poco más de año y medio pero con una repercusión política innegable en todo el Estado español. Seis candidatos, dos bloques antagónicos y una administración autonómica que es la joya más preciada de la derecha españolista.

Ayer empezó la actividad proselitista que acabará el domingo 2 de Mayo, casualmente el día de la Comunidad de Madrid, por si a este culebrón castizo le faltaran más condimentos. Los comicios en los que se enfrentan PP, PSOE, Unidas Podemos, Más Madrid, Vox y Ciudadanos serán el martes 4 de mayo, un día hábil que no ha sido declarado festivo. Hábilmente por quienes tienen la potestad de decidirlo y saben que los sectores menos privilegiados –ergo, con menos facilidad para ir a votar en jornada laborales– son esquivos.

Además, aún estará vigente el estado de alarma con su toque de queda madrileño a las 23.00. Son varios los periodistas y políticos que se preguntan cómo se hará para trabajar en esa larga noche con la normativa vigente.

Dos semanas al rojo vivo. El primer día de campaña estuvo condicionado, cómo no, por la pandemia. Actos poco masivos y transmitidos vía telemática, con aforos limitados. La presidenta Isabel Díaz Ayuso, que aspira a ser reelegida tras disolver la Asamblea por temor a una «perestroika» de Ciudadanos aliado con el PSOE, eligió comenzar su primer día de pedido del voto en Las Rozas, uno de los cinco ayuntamientos con mayor renta per cápita del Estado. Allí presentó los PP-Bus, que recorrerán la región con su cara, una bandera rojigualda y un cartel con el lema elegido: «Libertad».

La estrategia de Ayuso es un clásico de quienes lideran por mucho las encuestas: no discutir con sus competidores, sino con el oponente que más le sirve. En su caso, el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez. La actitud es tan clara que el candidato del PSOE, Angel Gabilondo, le ha pedido públicamente que se dirija a él, porque Sánchez «no es el candidato».

A la nueva lideresa de los «populares» le importa poco y respondió: «¿Cómo no vamos a seguir hablando de Sánchez en estas elecciones si es él el candidato en Madrid, si es él el que decide las mentiras que usted tiene que decir a partir de ahora cambiando el discurso, de tal manera que lo siguiente es que venga a un mitin y haga de telonero aquí?».

El PP de Madrid decidió que su candidata entrara al escenario con música rock que transmitiera fuerza, mientras frenaba su paso haciéndose selfies con simpatizantes, bajo un solazo primaveral con aire fresco al pie de la Sierra de Guadarrama.

Ayuso se permitió vacilar a Gabilondo, haciéndose eco de lo que ya comentan las redes sobre la «ayusización» de su discurso, e ironizó: «Si Gabilondo ya no quiere cerrar el Zendal, ya no quiere cerrar la hostelería, ahora quiere bajar los impuestos y lo oigo decir que va a proteger la concertada... digo, pues que venga a un mitin nuestro».

El candidato del PSOE, por su parte, decidió un primer día con acto central en cuatro paredes, con candidatos presentes vía telemática y acompañado por Sánchez. Rodeado de color rojo y con el atril con el lema “Hazlo x Madrid”, Gabilondo acusó a Ayuso de «no tener más proyecto que la confrontación con el gobierno de España» y ha dicho que la región «necesita otra forma de entender la política».

«Somos la única fuerza capaz de parar el Gobierno de Colón en Madrid. Frente al negacionismo, la corrupción y el pin parental; ciencia, feminismo, juventud. Somos la izquierda del diálogo y de gobierno», aseveró Gabilondo, quien curiosamente no cerró el acto, sino que dejó el último discurso a Sánchez.

El líder del PSOE dio un largo discurso defendiendo la política sanitaria de Moncloa y remarcando la idea de «la izquierda de gobierno» previsible que representa el candidato de su partido, una versión 2021 del «no poder dormir tranquilo» que representa la izquierda de Podemos.

Sánchez recordó que gracias a la negociación de los fondos europeos de recuperación, Madrid contará con 461 millones de euros y que gracias a los presupuestos, crecerán un «156% los fondos (del Estado) para Madrid, con respecto a los PGE del PP.

A la misma hora, pero en el emblemático barrio de Lavapiés y y en la más icónica Plaza Nelson Mandela, lanzó la campaña formal el exvicepresidente Pablo Iglesias, acompañado por la vicepresidenta y ya presidenciable Yolanda Díaz, en un mitin al aire libre con aforo limitado y el formato habitual de la formación morada: muchos y breves discursos que se fueron encadenando. Pocos como los de UP saben la importancia de la movilización de la base electoral para cambiar el rumbo de las votaciones. Por eso, la diputada por Nafarroa y ahora ministra, Ione Belarra, pidió que los madrileños «salgan masivamente a votar y digan que sí es posible echar» a la derecha, y recalcó que «todo el país va a estar mirando a los madrileños el 4M».

En su turno, y con gritos de «presidenta, presidenta» de fondo, la ministra de Trabajo fue contundente: «Os pido algo claro, movilizaros, que toméis esta campaña en serio. Hay que garantizar que UP esté fuerte, no es lo mismo el resultado que obtenga. No todos somos iguales».

El candidato a presidente regional dijo al tomar la palabra que «la ultraderecha odia este barrio y por eso lo intentan machacar; el día 4, a su odio, a su arrogancia y a su ruido, en silencio y con sonrisas, con la educación de un barrio diverso y plural, hay que darles la lección que se merecen. Que no se quede nadie en casa». Lavapies es el único barrio en el que UP gana las elecciones generales.

Iglesias cuestionó la gestión del Gobierno de Ayuso en la pandemia, recordando que evitó el traslado de mayores de las residencias a hospitales, y afirmó que «la vida de los madrileños era la gasolina política que el PP necesitaba para incendiar España». También lamentó que «en toda Europa sea consenso» el valor de la sanidad pública «menos en un lugar: en la derecha y ultraderecha de Madrid».

La candidata de Más Madrid, Mónica García, fue junto a Iñigo Errejón al obrero barrio de Vallecas a lanzar su campaña. El diputado exigió al PSOE que no ofrezca «pactos al PP», porque «no es el momento» ni de «dudar ni de titubear, sino de ganar las elecciones». García, una médica que se hizo famosa por ser el ariete de Ayuso en la Asamblea ante a la pandemia, criticó que la candidata del PP diga que la libertad «es tomarse cañas y pisar la prójimo». Y, con una música de rumba de fondo, reivindicó el ecologismo que intenta transmitir su formación nueva para diferenciarse de las otras izquierdas locales.

La candidata de Vox, Rocío Monasterio, eligió visitar Móstoles, el segundo ayuntamiento más poblado del Estado español que no es una capital, después del barcelonés Hospitalet. En un mitin con gente apiñada sin distancia social, acompañada por Santiago Abascal, llamó a «elegir entre incertidumbre y seguridad» y, en un distrito de mayoría trabajadora, recordó a los mostoleños que allí se «levantaron contra los franceses». Pidió ese «espíritu valiente» para votar y llevar a la ultraderecha «a llegar al gobierno de la nación».

Edmundo Bal, el sorpresivo candidato de Cs, que surge como una sustitución del hasta ahora líder y exvicepresidente madrileño Angel Aguado, inició la campaña en la serrana localidad de El Molar, junto a Inés Arrimadas. Bajo el lema “Elige Centro”, reivindicó el rol de los naranjas en los ayuntamientos madrileños para «políticas de transparencia y bajar la deuda».

Un plebiscito con enigma hasta el final. «A lo mejor España me debe tres», dijo Ayuso, en alusión a que su triunfo arrasador, que ya nadie pone en duda, pueda expulsar a Sánchez de la Moncloa, como, según ella, logró con Iglesias al renunciar él para bajarse a Madrid. Su anhelo quedará sólo en eso, pero es imposible negar que la versión que representa del PP (que se contrapone a liderazgos en otras autonomías) será catapultada el 4M y sólo el milagro de la movilización de sectores medios y bajos puede impedirlo.

La clave de estos comisios es sumar 69 escaños, que son la mayoría de la Asamblea. Pero Madrid tiene la peculiaridad de contar con un suelo de 5%. Quien logre un voto menos no podrá aspirar a ninguno de los siete escaños con que cualquier formación entra al hemiciclo.

Ahí radica la esperanza de las izquierdas: que Ayuso crezca tanto (duplicará sus escaños según todas las encuestas) que devore a Cs y sea un techo para Vox, por lo que la suma de las derecha no llegue a 69. Por ahora, según todos los sondeos, esto es improbable y sólo podrá ocurrir con una histórica movilización de la base progresista, difícil en un día hábil como el 4M.

El promedio de las últimas diez encuestas apunta a que Ayuso obtendrá el 41,1% de los votos y 60 escaños, el doble que en 2019. Con estos números podría gobernar con el apoyo de la ultraderecha, que conseguiría 12 escaños y un 8,5%. El PSOE lideraría la oposición con 24%, y UP y Más Madrid pugnan por el tercer lugar, con alrededor del 12%, liderando el errejonismo. Cs tiene entre 4 y 5 puntos, por lo que posiblemente su debacle lo lleve a perder sus 17 diputados.

La izquierda suele repetir que Madrid no es de derecha sino que su derecha vota más. Los números indican que en el rico distrito Salamanca se suele participar 20% más de las elecciones que en el menos privilegiado Villaverde.

Dependerá de una gran tracción de voto contrarrestar el huracán Ayuso, cuya campaña con un discurso desprejuiciado y facilista, guste o no, es hasta ahora la más efectiva.