Mikel INSAUSTI
ILARGI GUZTIAK

Atrapada en el cuerpo de una niña

El segundo largometraje de Igor Legarreta, después de su ópera prima rodada en coproducción con Argentina “Cuando dejes de quererme” (2018), en torno a una saga familiar a ambos lados del océano, necesita de aclaración previa.

Ocurre que “Ilargi guztiak” (2021) no es una película de vampiros al uso, en cuanto que no ha sido pensada para fans del género terrorífico, y va dirigida más a otro tipo de público que busque disfrutar de un cuento fantástico en clave poética. Antes de verla incluso pensé que podría tener alguna conexión con la obra de Joann Sfar “Petit vampire” (2020), pero definitivamente no la hay. Tiene más que ver con el estilo de producción que se ha impuesto actualmente en el cine hecho en Euskal Herria, debido a que la música vuelve a ser de Pascal Gaigne, el montaje de Laurent Dufreche y la dirección artística de Mikel Serrano. Por lo tanto está más cerca de “Handia” (2017) o de “Dantza” (2018).

Resulta muy reconocible por su ritmo narrativo, por su pausado acompañamiento musical, por su cuidado y preciosismo visual, por su ambientación histórica, por su dirección interpretativa. Por más que la pequeña protagonista sea una “no muerta”, a la que en su contacto humano rebautizan como Amaia, no hay tensión o acción sangrienta, ni tampoco notas de humor o guiños al espectador. Es un producto que se toma a si mismo muy en serio, y que ilustra el sentido de la existencia eterna a través de una tristeza vital y de una melancolía que casa con el bucolismo del paisajismo de entre finales del siglo XIX y principios del XX en el mundo rural. La niña que no envejece en un arco temporal que va del final de las guerras carlista a la guerra del 36 más parece un ángel que un demonio, aunque llegue a ser tomada por lo segundo entre la población supersticiosa. Su viaje va de la oscuridad a la luz.