Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

El infierno son los otros

Es indudable que hace tiempo que el cine rumano (comenzaron a denominarlo ‘‘la nueva ola rumana’’) ha llamado la atención de los festivales de cine más importantes del mundo. Películas marcadas por el escrutinio de una sociedad mutante sobre la que planea el fantasma de una dictadura que ha dejado heridas sangrantes, son una de las tendencias más reveladoras del cine europeo. La resonancia magnética nuclear (RMN), el examen utilizado para diagnosticar enfermedades, inspira el título de la última película de Cristian Mungiu, uno de los más grandes de esta ola. El realizador rumano regresa a las carteleras con una propuesta que ofrece su visión de un mundo que se está pudriendo. R.M.N. parece ser un recordatorio despiadado en torno a la inclinación de la humanidad por la intolerancia y la autodestrucción. La trama se desarrolla en un pequeño pueblo de Transilvania, en una región definida por la intersección de varias lenguas, creencias políticas y religiosas. Mungiu describe en la película a las mil maravillas el miedo y la xenofobia que se extiende por Europa. En un pueblo habitado mayoritariamente por rumanos y una minoría húngara, alemana y gitana, el desempleo y la pobreza tras la disolución del régimen comunista, no han fortalecido los lazos. En un ecosistema en crisis, la caza de los chivos expiatorios es una práctica común y, como ya se sabe, el infierno siempre son los otros. A pesar del interés de la propuesta, la película se pierde en la puesta en escena, parece faltarle el engrase. Eso sí, posee una de las secuencias más maravillosas de la cinematografía de Mungiu.