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Interview
andrey kurkov
Escritor ucraniano

«Ucrania no se ocupó hasta tarde de integrar sus identidades culturales»

Nacido en la Leningrado soviética, Andrey Kurkov se siente ucraniano y miembro de un país convertido en nación «por las políticas de Rusia». Rusófono, escribía en ruso hasta la guerra y fue criticado en Kiev por una novela sobre el Donbass. Lamenta que, tras la independencia, Ucrania se olvidó de la cultura y de intregrar a las distintas identidades del país.

(FOTOGRAFÍAS: U.U.)

Andrey Kurkov es hoy el escritor contemporáneo ucraniano más reconocido. Nacido en Leningrado, actual San Petersburgo, ha vivido la mayor parte de su vida en Kiev. Políglota en seis lenguas, ha escrito novelas superventas en ruso, diarios en ucraniano y artículos mordaces en medios anglosajones. Su obra se ha traducido a alrededor de 40 lenguas, entre ellas el euskara, en la que se puede leer una de sus novelas más conocidas, «Piknika Izotzetan». Ahora se ha alejado de la ficción para publicar Diario de una invasión.

«Diario de una Invasión» es una crónica de la primera mitad de este año, con los primeros bombardeos del 24 febrero, que le pillaron en Kiev.

Yo había estado escribiendo textos desde diciembre para medios internacionales sobre la posible invasión. Pero cuando te encuentras en situaciones extremas, piensas qué puedes hacer. Aquella mañana mi mujer y yo estuvimos caminando por Kiev entre explosiones. A las cinco de la mañana, con el primer bombardeo, corrí a la ventana, estuve paralizado una hora, a las seis tuvimos otras dos explosiones, y salimos hacia los refugios antiaéreos. Cada edificio tiene pintadas en el suelo unas flechas que indican estos refugios. Se pintaron en 2014, porque la guerra comenzó ocho años antes. Yo nunca me había fijado en ellas, nunca pensé que las necesitaría.

También ha escrito una novela de ficción sobre la guerra del Donbass, «Las abejas grises», que se acaba de publicar en castellano y francés. Abejas que trabajan en el panel sin cuestionarse nada. Y el gris como ruptura de lo binario, blanco o negro, a la que te aboca una guerra.

La historia se desarrolla en la «zona gris», que tenía la misma longitud que la línea del frente actual, 430 kilómetros. Había docenas de aldeas desiertas. Mi novela comienza en uno de esos pueblos, donde no hay electricidad ni tiendas, donde solo quedaron dos hombres. Han sido enemigos desde la infancia, tienen opiniones diferentes, pero se ven obligados a cooperar. Uno es un minero jubilado, el otro es un apicultor que defiende a sus abejas y sueña con llevarlas a un lugar de paz. La gente del Donbass siempre ha sido normal, trabajadora, mineros, aunque muy pasivos por la opresión de la élite-mafia política local.

No juzgo a nadie, porque solo vivían su vida, sin demasiadas ideas políticas, porque tampoco creían necesitarlas, y tampoco se les explicó el país, eran como abejas en un panal, trabajaban y producían lo que luego les arrebataban, les pagaban muy mal. Y llegó Rusia y les dijo, «sois rusos, sois nuestros y tenéis que luchar contra Ucrania». Esa zona gris existía antes del 24 de febrero. Y si no se soluciona el conflicto, tendremos una zona de 2.000 kilómetros.

Las zonas grises también han sido una de las apuestas de Putin para crear inestabilidad en países vecinos como Georgia o Moldavia, con el enclave de Transnistria.

Es la mentalidad del KGB. Sabe cómo envenenar, cómo crear separatistas en el extranjero. Intentaron que desde Transnistria atacaran a Ucrania desde la retaguardia, pero no les funcionó. La gente no quiere morir. De hecho, los transnistrios ni siquiera son rusos, y si son étnicamente rusos, no son rusos imperialistas, quieren vivir una vida normal.

Usted ha sido también crítico con el Gobierno ucraniano, y de hecho, «Las abejas grises» no fue muy bien recibida en Ucrania.

No la recibieron bien, me acusaron de escribir sobre separatistas y no sobre héroes ucranianos, pero son seres humanos, son gente normal. Hay una sensación de culpa en el Gobierno ucraniano por no haberse preocupado de integrar todas las identidades culturales y religiosas durante estos 30 años; la dimensión de la cultura ucraniana era más reducida que la del Estado ucraniano, y aún menor en el ámbito informativo, lo que permitió a Rusia imponer su cultura en los territorios de Ucrania a los que menos llegaba la cultura ucraniana. Los políticos ucranianos solo comenzaron a preocuparse en 2015, tras la guerra y la anexión de Crimea. Se dieron cuenta de que cultura y identidad son básicos para mantener unido al país y defender la independencia. Los ucranianos se han convertido en nación no gracias a los políticos ucranianos sino a las políticas de Rusia sobre Ucrania.

En Occidente apenas se conoce la cultura ucraniana, y frecuentemente, como apéndice de la cultura rusa. Pero usted defiende que ambos países tienen identidades prácticamente antagónicas.

Hay dos mentalidades opuestas: mentalidad colectiva en Rusia, e individualista, muy anárquica en Ucrania, todos peleando por sus opiniones, incluido yo. Tenemos más de 400 partidos políticos registrados, cada ucraniano crea su propio partido. El mayor ejército anarquista se fundó en Ucrania en 1918 por Nestor Makhno. En Ucrania no puedes obligar a la gente a estar en un único partido como Rusia Unida (el partido de Putin) o a llevarlos a la calle a gritar esloganes como loros. Rusia siempre fue una monarquía y sigue siendo un imperio.

La asimilación ucraniana, tanto en el zarismo como en la URSS, se hizo a través de la lengua; al perder tu lengua, pierdes parte de tu identidad, y es más fácil de adherirse a esa mentalidad colectiva, que era evidente en el este y el centro del país tras la caída de la URSS. Con el refuerzo de la lengua ucraniana, la mentalidad ucraniana también se reforzó. Si no hubiera habido guerra, en 20-30 años el límite de ambas mentalidades habría coincidido con la frontera entre Rusia y Ucrania, y Putin no tendría ningún motivo para decir que defiende a los rusoparlantes. Yo soy un rusoparlante en Kyiv, cuando crecí solo conocí a una persona que hablara ucraniano en casa, yo lo aprendí cuando tenía quince años y lo hablo sin acento. Hoy en día tenemos a gente bilingüe.

Aunque generalmente su lengua literaria es el ruso, ha escrito «Diario de una invasión» en ucraniano.

No es la primera vez que escribo en ucraniano. No sería normal publicar en ruso durante la guerra, cuando Rusia está bombardeando ciudades rusófonas con la excusa de defender a ciudadanos rusófonos. En el futuro no sé cómo escribiré; actualmente en Rusia mis libros están prohibidos, así que no debería preocuparme. Con respecto a si los rusófonos en Ucrania deberían aprender ucraniano, mi opinión es que sí, deberían ser capaces de leer en ucraniano, también es una manera de mostrar respeto y lealtad al país en el que vives.

Este es mi país, es mi estilo de vida favorito. Soy étnicamente ruso, nacido en la Unión Soviética, ahora la URSS está muerta. ¿Para qué recrearla, para hacer a la gente infeliz de nuevo? Rusia no es un país de gente feliz. Él (Putin) está intentando cambiar el ser feliz con estar orgulloso por la patria. Pero no puedes apoyarte en el patriotismo de gente infeliz, incluso si amagan diciendo que aman a ese país y ese gobierno, al final quieren vivir una vida normal.

¿Cómo lleva personalmente tantos meses de guerra?

Estoy muy satisfecho de que Ucrania siga existiendo y de que siga luchando. El Ejército ucraniano ha logrado recuperar y liberar miles de kilómetros cuadrados bajo ocupación rusa. Pero la guerra está lejos de terminar. Putin no se rendirá, a estas alturas no puede volver atrás. Los ucranianos estamos muy motivados para defender nuestro propio país. Los soldados rusos tienen pocas motivaciones, aparte del dinero, ahora quieren traer muchos más al frente, a menudo bajo coacción y mal entrenados. Es una tragedia. Deberían desertar.

¿Qué les diría a las gentes de izquierda, «antiimperialistas», que justifican lo que ocurre y reprochan lo que está pasando a la OTAN?

Toda la desinformación viene de Rusia, y sé que afecta en Europa y en América Latina. Hay muchísimos libros que te cuentan que Ucrania es un país totalmente diferente a Rusia, con una historia y una mentalidad diferentes. Las fake news se producen en Rusia para envenenar las mentes de gentes que no saben nada sobre Ucrania. No entienden que hoy el imperialismo ruso es el peor que existe, que mantiene sojuzgados a docenas de pueblos a los que no dejan desarrollar sus culturas, sus lenguas. Y de hecho los están utilizando, a los yakutios, a los daguestaníes y a otras nacionalidades...los están sacrificando por un interés puramente imperialista.