Raimundo Fitero

Caridad

Tenía que pasar. Y pasó. Hace unos meses que TVE colocó en la programación de las tardes de labor, «Entre todos», un programa que causó cierto revuelo porque desde Canal Sur acusaban a la presentadora, Toñi Moreno que venía precisamente del canal andaluz de llevarse el formato y creo que están o al menos amenazaron con llevarlos a los tribunales por estas cuestiones tan difíciles de delimitar sobre el plagio, la propiedad intelectual, la industrial y un largo etcétera en el que trabajan despachos de abogados especializados.

Pues bien, el programa es lamentable por miles de razones. Confieso que me produce violencia residual y en cuanto estoy más de cinco minutos me desequilibro y debo cambiar. Siempre que paso por él, hay alguien llorando. Y su presentadora se dirige a los que lloran con un tono absolutamente imposible de admitir en este periodo histórico. Se trata de buscar la caridad compartida. De disfrazar como solidaridad y manera de ayudar a los que peor lo están pasando a base de la voluntad, real o ficcionada, todo es posible, y así cuando aparece un parado de larga duración con tres hijos, siempre hay un buen empresario que el ofrece un trabajo. Después cuelgan los teléfonos, se pasa a otra cosa y jamás han demostrado que esos trabajos ofrecidos se hayan convertido en un puesto de trabajo. Todo lleva este tono y la otra tarde entraron en directo dos muchachos estudiantes de Trabajo Social que en veinte segundos desmontaron la farsa y lanzaron el mensaje adecuado. Le decían a una de las personas que ingenuamente, o por lo que sea, eran sujeto de la caridad malsana, que debía acudir a los Servicios Sociales de su localidad, porque existían leyes y debían hacerse cargo las instituciones públicos de su caso, y no formar parte de esa gran mentira basada en aprovecharse de la desgracia ajena, para hacer audiencias humillando doblemente a los más necesitados. Un hito televisivo. Si no los han visto búsquenlo por las redes y verán que momentazo televisivo. Una alegato democrático frente a esa miseria moral de la televisión marianista jaculatoria y de sacristía. Justicia frente a caridad. La Toñi tiene una jeta impresionante.