GARA MANILA

Una semana después del tifón, cientos de cadáveres se descomponen en las calles de Tacloban

Una semana después del paso de uno de los tifones más violentos de la historia sobre Filipinas, los cadáveres yacían todavía ayer en las calles, donde cayeron, testigos inmóviles de la tragedia que ha causado miles de víctimas. Bajo un sol tropical, el hedor de la descomposición que emana de los cuerpos, lívidos y rígidos, flota por todo el aire de Tacloban, una de las ciudades más afectadas por el tifón Haiyan, y obliga a supervivientes y miembros de los servicios de rescate a cubrirse la nariz y la boca.

Cientos de cuerpos han sido recogidos, colocados en bolsas y transportados en camión hacia edificios municipales en ruinas. Ayer comenzaron a ser enterrados en fosas comunes. Un centenar de ellos fueron depositados sin ceremonia ni oraciones fúnebres, en presencia de Alfred Romualdez, alcalde de la ciudad. Pero las autoridades advierten de que estos cuerpos solo representan una parte del balance total de víctimas, todavía imposible de determinar. La cifra oficial llegó ayer a 3.621 pero el Ayuntamiento la elevó a 4.000. Creen que muchos se encuentran bajo las montañas de escombros.

Después del tifón las autoridades, desbordadas, estimaron que recuperar los cadáveres era menos urgente que la ayuda a los supervivientes, privados de lo mínimo para subsistir -ni agua, ni alimentos, ni refugio- en un caos que ayer iba moderándose con la presencia policial que frenaba los intentos de saqueo.

Los habitantes temen que los cadáveres extiendan enfermedades, pero el Gobierno asegura que no hay riesgo sanitario y no habrá una epidemia.