Maribi Ugarteburu
Coordinadora de Sortu en Bizkaia
KOLABORAZIOAK

Santi y Josu, viento de libertad

Para poder hablar de paz, los estados deben abandonar tanto su violencia represiva como su violencia estructural Conquistar la paz es conquistar la libertad, porque no es posible la una sin la otra

Esta semana se conmemoran los aniversarios de las muertes de Santi Brouard y Josu Muguruza acaecidas en sendos 20-N, fecha fatídica marcada a fuego en la memoria colectiva de este país. Como cada año, la izquierda abertzale ha organizado diversos actos de homenaje, entre los que se encuentran varias charlas y un acto central en el paraninfo de la UPV el mismo día 20. Igualmente nos sumaremos a la doble ofrenda floral convocada ese día en Errekalde y Ametzola por familiares y amigas de Santi y Josu. Dentro de esta serie de actos, además de recordar a nuestros añorados compañeros y brindarles el reconocimiento que se merecen, hemos querido incorporar otros elementos relacionados con las figuras de Josu y Santi. Por un lado, dedicaremos una charla a hablar de las víctimas que algunos quieren negar, los centenares de víctimas mortales de la acción represiva, los miles de afectados por la tortura y otras formas de violencia generada por los estados. También recordaremos en otra conferencia la acción de los GAL, paradigma de la violencia del Estado y de la impunidad, esta sí, con mayúsculas, de quienes nunca han sido condenados o habiéndolo sido han sido indultados o liberados ilegalmente tras cumplir una parte mínima de sus condenas. Finalmente, intentaremos dar cabida en todos los actos a la reflexión políticamente más importante, al tema que más preocupa- ría a Santi y Josu: la articulación que damos hoy a la lucha por la independencia y el socialismo.

Estos aniversarios se celebrarán este año en un contexto muy especial: la anulación por parte del Tribunal de Estrasburgo de la retención ilegal de presos vascos y la consiguiente puesta en libertad de decenas de ellos. Esta situación ha puesto de máximo relieve la cuestión del sufrimiento generado por el conflicto y el papel de las víctimas. Negar la pluralidad de las violencias y la pluralidad del dolor generado es negar la evidencia y colocarse en el terreno de lo moral e intelectualmente absurdo. No seremos nosotras quienes lo hagamos. Y en ese sentido hemos dados pasos importantes para hacer frente de una forma constructiva a la realidad de las víctimas de diferente origen que hay en nuestro país. Desde la declaración de la izquierda abertzale de febrero de 2012 en la que explícitamente se «lamenta el daño que de manera no deseada haya podido añadir con su posición política», hasta nuestra presencia en distintos homenajes a todas las víctimas.

En estos momentos de recuerdo a los compañeros que nos fueron arrebatados ofrecemos lo que en circunstancias análogas hemos solicitado a otros. Serenidad, respeto, altura de miras. La izquierda abertzale renuncia a utilizar el dolor como un arma arrojadiza e invita a los demás agen- tes sociales a hacer lo propio dándole la vuelta al sufrimiento y convirtiéndolo en un punto de encuentro, de reconocimiento al otro, desde el que avanzar hacia un escenario de convivencia. Como ha declarado recientemente Maiana Bustinza, una de esas víctimas a las que se quiere silenciar: «siempre hemos tenido claro que nuestro dolor, nuestro sufrimiento, no debía ser un elemento más para ahondar en la confrontación social, ni ser utilizado como obstáculo para alcanzar o construir la paz, sino para todo lo contrario».

No es Maiana la única que nos ha dado una lección de madurez, otra víctima como Ane Muguruza muestra una enorme fortaleza política, humana y moral cuando nos dice: «hemos adquirido el compromiso de aportar en positivo desde el ámbito que nos corresponde para que este pueblo pueda avanzar en el camino hacia la paz, para que nadie más, nadie, tenga que vivir la traumática experiencia de perder a un ser querido en el contexto del conflicto y se resuelvan las razones que lo generaron».

La paz no es únicamente la ausencia de violencia física y menos aún si esa ausencia viene sólo de la mano de una de las partes. Para poder hablar de paz, los estados deben abandonar tanto su violencia represiva como su violencia estructural. Edurne Brouard lo recordaba hace unos días: «Han pasado dos años del anuncio del cese de la lucha armada de ETA, pero estamos muy lejos de alcanzar la paz. La violencia del Estado está intacta». Por otro lado, la apuesta irreversible de la izquierda abertzale por el uso de vías exclusivamente pacíficas no supone la renuncia a la confrontación democrática para lograr el reconocimiento de los derechos nacionales y sociales de Euskal Herria.

Al contrario, al margen de otras consideraciones, dota a este pueblo de mejores instrumentos para esa lucha. Conquistar la paz es conquistar la libertad, porque no es posible la una sin la otra. Será el pueblo vasco, articulando las mayorías democráticas necesarias para ello, el que consiga esta victoria. Ese será nuestro mejor homenaje.