Raimundo Fitero
DE REOJO

Plasma

Una imagen no dice toda la verdad. Es más, puede ocultar mucha de la verdad. Pero lo que vemos existe, aunque sea una manera desdichada de ver una parte de un todo que es mucho más que esa imagen atrapada. Nada es verdad ni mentira, todo depende del color político del canal, el editor o el propio encargado de dar la noticia. Tras este preámbulo, hagamos un repaso de algunas imágenes que nos han estado encandilando en las últimas fechas. Sabiendo que existe una campaña de ridiculización del presidente venezolano, Nicolás Maduro, la verdad es que cada vez que le escuchamos en un discurso, que nos indican las decisiones políticas que toma y vemos los reportajes sobre lo que nos quieren enseñar de una parte de lo que sucede en Venezuela, uno se queda boquiabierto.

Y no tanto por si es correcto expropiar tiendas de electrodomésticos, si tiene algún sentido que desde el gobierno se acuse a una cadena de subir el precio más del mil por ciento, lo que me ha sorprendido es el tono en el que se han dado las argumentaciones para justificar estos actos, y el énfasis puesto en defender el consumo de unos aparatos electrodomésticos como algo esencial. No se estaban interviniendo panaderías, carnicerías o fruterías, sino que era la elevación del televisor de plasma a la categoría de un derecho humano.

Quizás muchos jóvenes entenderán que es un derecho obligatorio tener un smartphone, refrigerador con congelador y por lo menos un televisor de cuarenta y dos pulgas de plasma. En cambio considerarán un lujo tener un trabajo estable y para toda la vida. Son evoluciones de la sociedad que se ha convertido en un manual de consumidores. Y por lo que vemos en reportajes de toda índole, no importa el nivel económico de las familias, ni siquiera las que viven en chabolas, porque allí, presidiendo ese espacio mínimo de convivencia hay un pedazo de televisor descomunal. En este sentido, lo del presidente venezolano me deja perplejo, o será que también tiene claro que los ciudadanos con buen televisor y una programación populista son más manejables. Es algo que utilizan todos los regímenes, una dependencia absoluta del televisor, una convención irrenunciable.