Editoriala
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Acuerdo histórico, ataque de optimismo

Finalmente, Irán ha llegado a un acuerdo con EEUU, Rusia, China, Estado francés y Gran Bretaña sobre aspectos que limitan el desarrollo de su programa nuclear. Tras meses de negociación directa con EEUU y con temas que van más allá de lo nuclear como se evidencia en Siria, frente de una guerra estratégica y sectaria, el compromiso al que han llegado tiene implicaciones globales. No en vano, casi todo el mundo lo ha celebrado con un suspiro de alivio, aunque no faltan los halcones que harán lo posible por bombardearlo. Israel, que ayer habló de «error histórico», y las monarquías del Golfo y sus petrodólares que no podían esconder su disgusto. Curiosamente, los dos actores que querían dos guerras, la primera contra Siria y la segunda contra Irán. Para desgracia de sus cálculos, la diplomacia en acción y el miedo a una guerra global han conseguido sendos acuerdos -desmantelamiento del arsenal de armas químicas en Siria- y el acuerdo sobre el dossier nuclear iraní de Ginebra que suponen, además de un ataque de optimismo para el mundo, un movimiento tectónico en toda la red de alianzas entre Occidente, Irán, Israel y los árabes.

Como en todo acuerdo negociado cada parte presentará ante su parroquia sus éxitos, que a menudo son concesiones disfrazadas. Occidente puede vender que la «bomba nuclear iraní» -si alguna vez ha existido como proyecto- está más lejos que nunca y que tiene mecanismos de verificación casi diarios para asegurarlo. Los iraníes, que no traicionan su orgullo nacional y que no renuncian a su derecho a enriquecer uranio, además de dominar todo el ciclo nuclear, desde la extracción de uranio hasta la generación de electricidad del mismo.

El acuerdo es provisional pero mientras se sigue negociando un acuerdo global se mantendrá a pesar de las disputas, los retrasos, y la erosión de la confianza. El éxito final requerirá de nuevas y grandes inversiones de esfuerzo y capital político y no parece aventurado pensar que será rehén de los acontecimientos en otros lugares, como en Siria. Con todo, las reacciones iniciales sugieren que el acuerdo es notable y tiene potencial para cambiar el statu quo de los últimos treinta años.