Félix Ligos
Psicólogo y terapeuta psicomotriz
KOLABORAZIOAK

Violencia simbólica y mercado del cuerpo

No deja de asombrarnos ver tanta gente implicada moldeando su cuerpo siguiendo las indicaciones de la imagen corporal dominante. Al igual que en Esparta, el entrenamiento comienza desde la tierna infancia

Hace unos días se recordó internacionalmente la violencia de género. Instituciones y asociaciones de mujeres dedicaron un tiempo, unos momentos, a elaborar una postura de afirmación y empoderamiento, y de rechazo simbólico a la violencia ejercida contra las mujeres.

ETB dedicó un espacio de sus informativos a este tema, gracias a lo cual pudimos escuchar cómo la portavoz de un grupo de mujeres denunciaba la «violencia simbólica» ejercida sobre ellas a través de la publicidad, que utiliza como vehículo los medios de comunicación, siendo ETB uno de esos medios. Pedía reflexión sobre ello a medios e instituciones.

Se refería en concreto a la imagen de la mujer que los medios imponen como verdad y como ideal de belleza y éxito. Siendo las adolescentes las más vulnerables a algunos de sus efectos perversos, entre estos la anorexia.

Aunque las causas de la anorexia sean múltiples no cabe duda de que los medios de comunicación son desde hace ya mucho tiempo agencias de publicidad y de propaganda al servicio del mercado. Ninguna ética rige en el neoliberalismo, ni en la publicidad ni en la propaganda. Solo la rentabilidad económica importa en los medios de comunicación cuando son privados, digámoslo de alguna manera. Y cuando estos medios son públicos su función es servir a los intereses de las empresas que se publicitan amparándose en la idea de que así se incita al consumo y por tanto al «crecimiento».

La imagen y el modelo de mujer y hombre que estos medios de propaganda y formación de masas promocionan es que demanda el mercado para sus negocios. Se trata del ser humano transformado en mercadería con mayor o menor valor añadido. Su imagen externa y su carnet de competencias será su valor.

La formación durante toda la vida, no nos engañemos, no se limita únicamente a acumular cursos, masters y postgrados. El cultivo de la imagen corporal entra en el ranking de la empleabilidad. Los modelos e imágenes que se publicitan están asociados al éxito económico y a la fama. Por eso estos modelos se extraen de las actrices y galanes de Hollywood, de ejecutivos y ejecutivas de las corporaciones.

Las revistas del corazón y los programas basura de la televisión nos revelan las claves de su éxito y de su belleza. Personas con jornadas de 25 horas, siempre ocupados y ocupadas, haciendo footing por las mañanas y un poco de piscina, a media tarde yoga y al final del día pilates o aerobic para descargarse. El resto del tiempo en la oficina, en cursos de formación, en el plató, en los consejos de administración. Y por la noche acostando a sus hijos como buenos padres y madres de familia.

Pero, aunque el cuerpo y alma sean la misma cosa (de hecho ya Spinoza advertía que cuando muere el cuerpo muere el alma), centrémonos en el tema que nos ocupa: el cultivo del cuerpo.

Y a este respecto no deja de asombrarnos ver tanta gente implicada moldeando su cuerpo siguiendo las indicaciones de la imagen corporal dominante. Al igual que en Esparta, el entrenamiento comienza desde la tierna infancia. Entonces se les entrenaba para ser guerreros, ahora para competir en el mercado.

Los niños comienzan a los 5 años con el fútbol, las niñas con algo a lo que no se sabe quién llama danza-jazz. Cuando son algo mayores las niñas hacen zumba o aerobic y ya de adultas siguen o pasan a hacer pilates y yoga. Los niños, cuando se hacen más mayores, si abandonan el fútbol van a los gimnasios en coche. Dentro se suben en bicicletas que no se mueven y se ponen a dar pedales o se suben sobre cintas que no paran y aquí empiezan a andar en sentido contrario a estas durante horas; algunos les dan a las pesas al ritmo latino o disco. Otros kilometrean piscinas o carreteras con sus piernas únicamente o ayudándose de bicicletas que ahora sí se mueven.

Nunca este país había tenido tantos expertos en todas estas prácticas del cultivo de la «imagen corporal». En otras épocas de la historia y de las ciencias humanas, la «imagen del cuerpo» era asunto de neuro-fisiólogos, psicólogos, psiquiatras o psicoanalistas. Miles y miles de profesores y profesoras de yoga, pilates, aerobic, zumba, spinning re- partidos por todo Euskal Herria desde Bermeo hasta Zugarramurdi. Se trata del mercado neoliberal del cuerpo.

Es muy probable que en la próxima reforma educativa se contemple cerrar los institutos de Educación Física. Tener nociones de fisiología del movimiento, de anatomía o de patología deportiva sobrarán ya que con estas prácticas están garantizadas la flexibilidad, la tonicidad del abdomen, del periné y de las nalgas. Y por supuesto se garantiza un cuerpo «guay».

Si hoy día en las clases de pilates, aerobic, o zumba hay 30 0 40 mujeres y hombres saltando o soplando, muy pronto veremos las plazas de los pueblos y ciudades y pabellones deportivos abarrotados de personas moviéndose al ritmo marcado por su pro- fesora virtual expresándose en una pantalla gigante. Por cierto el mismo DVD que utilizan estos profesionales del cultivo de la imagen del cuerpo para preparar sus clases y que un día compraron en el estanco de su pueblo o de su barrio.

Pero la reforma educativa a la que nos referíamos llega ya tarde, ya que los gestores públicos o privados de los polideportivos de Euskal Herria se han adelantado implantando esta práctica del cultivo del cuerpo tan beneficiosa para el mercado y para la cultura del «crecimiento». Mueve dinero, o no.

Una vez más, las instituciones públicas al servicio del mercado neoliberal generando PIB, generando actitudes competitivas y ejerciendo la violencia simbólica sobre la población.

Podría parecer exagerado lo manifestado hasta aquí, y algunos así lo pensaran. Sin embargo, qué otra lectura podría hacerse de este fenómeno de masas carente de sensatez, de ética e incluso de placer, y por supuesto sin ninguna profesionalidad y con importantes riesgos para la salud.

Al igual que la portavoz de las mujeres nosotros también queremos preguntar a las instituciones: ¿A quiénes servís?