David MESEGUER Afrin (Kurdistán Oeste)
GUERRA EN SIRIA

Los kurdos de Alepo resisten el sitio yihadista

Después de arrebatar al rebelde Ejército Sirio Libre los principales pasos fronterizos con Turquía, el grupo yihadista Estado Islámico de Irak y del Levante ha situado la zona de Afrin en su punto de mira. Ante la imposibilidad de vencer a las kurdas YPG por la vía militar, este grupo de Al Qaeda ja decretado un bloqueo a la entrada de bienes básicos provocando una situación humanitaria crítica.

Tan solo 300 metros separan las trincheras excavadas por las Unidades de Protección Kurdas (YPG) y las posiciones del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés) en la población de Basufane, en el norte de la provincia de Alepo y desde donde se divisan las ruinas de la milenaria basílica de San Simeón el Estilita, ahora en manos de los yihadistas. Decenas de milicianos y milicianas kurdas se ocultan a lo largo de un extenso laberinto de trincheras y bunkers esperando un nuevo ataque de este grupo vinculado a Al-Qaeda.

Después de arrebatar Bab al-Hawa y Bab al-Salam, principales pasos fronterizos con Turquía, al Ejército Sirio Libre (ESL), ahora el ISIS ha situado la región de mayoría kurda de Afrin como objetivo prioritario. Los yihadistas acusan a los kurdos de infieles y de dar cobertura a las tropas gubernamentales que resisten en Nubl y Zahraa, las únicas ciudades chiíes del norte de Siria. La región es muy rica en recursos naturales y es la almazara de medio país.

«Como no pueden apoderarse de Afrin por la vía militar ahora intentan ahogarnos prohibiendo la entrada de alimentos y productos de primera necesidad», explica a GARA Piling Serewa, jefe del destacamento, desde el interior de uno de los bunkers excavados por las YPG. Mientras habla, el comandante kurdo muestra un panfleto que el ISIS está repartiendo entre los civiles que cruzan sus checkpoints.

«A partir del 1 de diciembre estará prohibida la entrada de cualquier tipo de mercancía en la región de Afrin controlada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y aliados del régimen. Las personas que deseen entrar o salir de la región serán llevadas ante un tribunal islámico para investigar si tienen cualquier tipo de relación con los infieles», advierte la misiva.

Con este lenguaje los grupos yihadistas tratan de desprestigiar la postura del Partido de la Unión Democrática (PYD), considerado el brazo político del PKK en Siria, que desde el principio del conflicto en marzo de 2011 ha mantenido una posición de autodefensa ante el régimen, la oposición y los grupos yihadistas transnacionales.

El ISIS también ha difundido el rumor de un ataque inminente a gran escala sobre la región y, por ello, aconseja a la población árabe residente en Afrin a que abandone la zona. «Al principio de la guerra los árabes estaban asustados porque pensaban que les expulsaríamos de Kurdistán, pero ahora nos apoyan y muchos de ellos se han integrado en las YPG», afirma por contra Serewa.

Aunque los combates han bajado en intensidad, los frentes de Qestel Cendo, cerca de Azaz y, Cindirese, cerca de Atmeh, siguen activos dejando a diario muertes en los dos bandos.

La detención arbitraria de ciudadanos kurdos por parte de estos grupos ya ha comenzado, según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Esta ONG con sede en Londres y decenas de activistas sobre el terreno apunta que «50 civiles kurdos del norte de la provincia de Alepo han sido apresados en los últimos días».

Es el caso de Mohammed Ali, que fue retenido durante un mes por el ISIS en Alepo. «Los yihadistas lo torturaron y pidieron un rescate de 135.000 libras sirias. Tuve que recolectar el dinero entre familiares y vecinos», explica su padre, vecino de Ma'batli, única población alauíta de Afrin.

Combatientes llegados de Qandil

Desde este verano los combates entre los grupos islamistas y la milicia kurda se han intensificando abriendo un nuevo frente en Kurdistán Occidental. En la región de Qamishlo, las YPG han sido capaces de hacer retroceder el ISIS decenas de kilómetros. Pero en cambio en Afrin y Kobane sólo pueden contenerlo ya que su potencia de fuego y número de efectivos es más limitado.

«Para combatir a Al Qaeda tenemos tres líneas defensivas: en la primera se sitúan tiradores de élite del PKK que han venido desde Qandil para luchar. En la segunda se sitúan las YPG y finalmente tenemos a toda la población civil que nos apoya», constata un alto mando de la milicia kurda.

Aislada geográficamente de las otras regiones de Kurdistán Occidental y sin la retaguardia del Kurdistán iraquí, fuentes cercanas a las Unidades de Protección Kurdas explican cómo la región de Afrin se ha ido aprovisionando de armamento a lo largo del conflicto. «Durante los dos primeros años de guerra utilizamos la brigada Jabhat al-Akrad del Ejército Sirio Libre para traer armas a la región. Al ser una unidad adscrita al ESL podía cruzar todos los puntos de control rebeldes sin problemas», cuenta esta fuente del entorno de las YPG. «Salim Idris, el alto mando del ESL, también nos ha vendido armas, y muchos arsenales han entrado desde Turquía de forma clandestina», añade.

Las YPG también cuentan en sus manos con varios blindados y lanzaderas de cohetes Katyusha que los soldados del régimen se llevaron consigo tras perder el aeropuerto militar de Menegh. La brigada rebelde Tormenta del Norte también entregó su armamento pesado a la milicia kurda después de que el ISIS les expulsara de Azaz el pasado mes de septiembre.

El cerco yihadista coincide con la reciente declaración por parte del Comité Supremo Kurdo de una administración interina transitoria en Kurdistán Occidental para llenar el vacío creado tras la marcha del régimen de Bashar al-Assad, hecho que supone un paso más hacia la autonomía de facto e incrementa la preocupación de Turquía.

«El mundo se alarma por la declaración de un gobierno de transición en Rojava, pero nadie levanta la voz ante la declaración del Estado Islámico de Irak y la Gran Siria», denuncia Ferhat Derik, jefe local de la Asayis, la policía kurda. Este mando policial asegura que «Al-Qaeda ha fallado en su lucha contra las YPG y ahora recurren a ataques suicidas. Por eso hemos extremado las medidas de seguridad en todos nuestros puntos de control».

Falta de productos básicos

«Al asedio de los yihadistas por el sur hay que añadir la negativa turca a la entrada de productos por el norte», denuncia Hassan, uno de los máximos dirigentes del Movimiento Democrático Popular de Kurdistán Oeste (TEV-DEM) -organismo paraguas del PYD y otras organizaciones afines al PKK- en la región. «El hecho de que no permitan entrar productos básicos ni medicamentos es un acto de lesa humanidad y va en contra de los tratados internacionales de guerra y los derechos humanos», denuncia Hassan.

«Este embargo por parte de grupos extremistas en nombre del Islam y la yihad tiene como objetivo que nuestro pueblo se rinda y emigre, dejando Afrin y las otras zonas kurdas de Rojava a merced de Turquía», apunta Sheikh Alli, máximo dirigente del Partido Yekiti, principal aliado del PYD. Sus palabras confirman lo que otros políticos kurdos de Siria ya han denunciado: la colaboración entre Ankara y los grupos yihadistas ara desestabilizar Kurdistán Occidental.

Aunque Turquía no ha abierto ningún paso fronterizo con esta zona de mayoría kurda del norte de Alepo, este diario ha podido constatar cómo, conscientes de la tragedia humanitaria que puede producirse, los militares turcos hacen la vista gorda permitiendo que contrabandistas entren productos de primera necesidad. Una medida insuficiente habida cuenta del crítico escenario al que se enfrenta Afrin si la coyuntura no cambia.

Consecuencia de este bloqueo, los precios de muchos productos han alcanzado cifras desorbitadas. «Antes del conflicto el Estado subvencionaba el pan y un kilo sólo costaba 15 libras sirias. Ahora, el precio se ha disparado hasta las 130 libras, cerca de un dólar», se queja Daleel, un joven sirio. Según indican fuentes de la administración kurda de Siria, si el asedio continúa «Afrin sólo tiene reservas de harina para los próximos tres meses». Una subida similar ha experimentado la gasolina que alcanza las 200 libras el litro.

Uno de los pocos productos cuyo precio está por los suelos es el aceite de oliva, principal motor económico de la región. En plena cosecha de la aceituna, el embargo yihadista está provocando que las almazaras acumulen miles y miles de garrafas de aceite ante la posibilidad de poder exportarlo.

La situación de la zona también se ve agravada por el hecho de que la población ha pasado en los últimos meses de 500.000 a 800.000 habitantes debido a los desplazados que huyen tanto de los bombardeos indiscriminados del régimen como de la severidad de la Sharia, la estricta ley islámica nterpretada y aplicada por los yihadistas.