Iñaki LEKUONA
Periodista
AZKEN PUNTUA

Responsabilidad u orgullo

Este sábado qué pasó por la cabeza de Enrique Rodríguez Galindo, tres meses después de que recobrara la libertad por cuestiones de salud y tras cumplir únicamente cuatro años y cuatro meses de los 75 a los que fue condenado. Qué pensamientos le sobrevinieron cuando escuchó la declaración de los que persiguió a sangre y fuego mucho más allá de los límites de la ley. Qué sintió cuando un tipo con credencial de protagonista les reclamó «hombría» para pedir perdón por las vidas que arrebataron y cuya responsabilidad han reconocido asumir con amargura.

Qué sintieron la X del GAL, los ministros y secretarios de Estado implicados en la guerra sucia desde mucho antes del advenimiento de esta democracia. Qué experimentaron los guardia civiles y policías nacionales que voluntariamente o por circunstancias se vieron envueltos en ella, o en la práctica de la tortura. Qué reflexionaron los magistrados que han venido cubriendo con el manto de su toga los quebrantamientos continuados de su propia ley, esa que jugaron prometer. Qué pensará de todo esto la impunidad, fatigada quizá tras décadas de trabajo silencioso e ininterrumpido desde el glorioso 18 de julio, una labor ciertamente dificultada desde que jubilaron al águila de la enseña patria, pero llevada a cabo sin descanso y sin perdón.

Los que se presentaron en Durango dijeron al parecer muy poco, pero pocos se atreverían a tanto como reconocer que arrastran una carga de responsabilidad que no les dejará nunca. En frente, lo único que se escucha es el eco de frases como la del ex general de Intxaurrondo afirmando aquello de «bien podéis estar orgullosos de vuestro trabajo, compañeros».