Iñaki LEKUONA
KAZETARIA
AZKEN PUNTUA

Silencio en las calles

El silencio reconstruye cada noche las casas derruidas, las calles levantadas, las ruinas de la plaza, los coches calcinados y oxidados de Oradour, un pequeño pueblo a la orilla del Glane que permanece casi como aquel 10 de junio del 44, después de que un regimiento del ejército nazi lo arrasara en represalia a la ofensiva aliada en Normandía. Esta semana la justicia alemana ha imputado a un octogenario por su presunta participación en el asesinato de más de seiscientas personas; los hombres, acribillados en un granero; las mujeres y los niños, gaseados y quemados en la iglesia. El proceso posiblemente no llegue lejos, porque el acusado, a pesar de reconocer de que formaba parte de aquel regimiento, ha negado haber participado en la masacre, Y tras setenta años, pocas pruebas y ningún testigo, el tribunal acabará por archivar la causa.

Pero el mero hecho de que Alemania se niegue a ocultarse tras las páginas de la Historia, ese empeño por no rehuir el pasado, esa voluntad de recuperar su propia memoria, todo ello reconforta su presente y refuerza su futuro, y sitúa a este país a años luz de ese otro que llaman España, que oculta su ayer en cunetas, bajo toneladas de tierra y desprecio, que se aferra con muletas a su presente monárquico, oligárquico y corrupto pergeñado en la dictadura, que impone su futuro sobre la misma una de la ni grande ni libre.

Las calles mudas de Oradour, preservadas tal y como las descubrieron, hablan de memoria, esa que tendrá que preservarse también aquí, pero completa.

Sólo así se reconfortará el presente y se reforzará el futuro.

Sin silencios.