Ion SALGADO

Una red de casas solidarias dio refugio a Goizane Pinedo y Unai Ruiz

La decisión de estos jóvenes independentistas de esconderse para denunciar los juicios contra la militancia política generó una red de casas solidarias en Gasteiz. GARA ha hablado con cuatro de las personas que les acogieron durante estos tres largos meses.

Como imputados en el sumario 26/11 junto a otros 37 jóvenes vascos, Goizane Pinedo y Unai Ruiz Pou decidieron esconderse, cuando estaba a punto de iniciarse el macrojuicio en la Audiencia Nacional española, para denunciar la «injusticia» a la que se enfrentan cientos de personas en Euskal Herria. Militantes abertzales que deben dar cuenta de su actividad política ante los jueces del tribunal especial. Una situación que ha generado una excepcional red de solidaridad en la ciudadanía, como ya había quedado constancia con los «muros populares» (herri harresiak).

Pinedo y Ruiz han conocido de primera mano esta red, que en su caso les proporcionó sitio donde alojarse. Este diario ha hablado con cuatro personas que abrieron las puertas de su hogar a estos jóvenes gasteiztarras. Cuatro vecinos de la capital, a los que se sumó una persona que hace dos años dio cobijo a Ekaitz Samaniego, que explican cómo dieron el paso «de la solidaridad al compromiso». «Muchas veces se dice que no podemos hacer nada... pues esta es una manera de hacer algo», destaca una joven, que, como el resto, prefiere guardar el anonimato por razones evidentes.

Ha sido una forma de tomar parte en una acción de desobediencia que comenzó «de manera natural». «Se generan unas necesidades y la gente va respondiendo», señala uno de los presentes bajo la atenta mirada de una mujer que denuncia la situación a la que se enfrenta la juventud independentista. «Es tremendo que por poder expresar unas ideas puedas ir a la cárcel y te llamen terrorista», critica tras recordar que un familiar suyo también tuvo que refugiarse en casa de terceros.

En cuanto a la decisión de formar parte de esta red de casas solidarias, la joven anteriormente citada señala que ella no encontró motivos para no abrir la puerta de su vivienda a los imputados. «Intenté buscar razones para el sí y para el no, y no encontré ningún motivo para no acogerles en mi casa», comenta mientras otra persona advierte de que este tipo de acciones requiere del compromiso de «todo el mundo, no solo de los que están encausados».

Cuestionados por la convivencia diaria, los cuatro coinciden al destacar la dura realidad a la que deben hacer frente las personas que deciden esconderse. «Es duro porque ves la situación de ellos, que no pueden salir a la calle, ni se pueden acercar a las ventanas con normalidad», relata un hombre tras narrar un momento de tensión. «Un día vi a dos personas detrás de mi cuando me dirigía a casa... Ese día no volví a casa», revela como prueba de la presión policial a la que se han enfrentado estas personas.

«Lo mejor es ser lo más natural posible, seguir haciendo la vida que estabas haciendo», afirma la mayor del grupo, que no valora la decisión de Pinedo y Ruiz Pou. La persona situada a su derecha sí comenta la iniciativa; una buena idea, a su parecer, ya que, de este modo, la detención tiene cierta repercusión. Cabe señalar que la decisión de esconderse, que también fue secundada por Irati Mujika -detenida hace un par de semanas en Aramaio- e Idoya Iragorri, supuso un nuevo hito, porque anteriormente los imputados se ocultaban tras ser juzgados. El hombre que dio cobijo a Samaniego remarca este hecho: «Que se plantee antes [del juicio] me parece positivo. Se trata de intentar condicionar los propios juicios».

Frente al inmovilismo de Madrid

Estas acciones se presentan como una herramienta más para denunciar el inmovilismo del Gobierno español, que no pone fin a los macrojuicios. «El Estado se está deslegitimando cada vez más. Antes la justificación era que había un estado de excepción por la existencia de una organización armada, y bajo esa capa podían hacer cualquier cosa. Pero ahora esa justificación ha desaparecido y, cuanto más alargue esto, más deslegitimado va a estar», afirma un joven. Otro destaca que deberá ser la movilización social la que provoque un cambio en el seno del Ejecutivo de Rajoy. Una presión que, tal como se ha visto durante los últimos meses, debe surgir del conjunto de la ciudadanía vasca. «Una hormiga sola no hace nada, pero juntas pueden hacer un montón», concluyen.