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La Policía desaloja Euromaidán tras una batalla que deja varios muertos

Las fuerzas de seguridad ucranianas comenzaron ayer a desalojar a los miles de opositores a Viktor Yanukovich de la plaza de la Independencia que ocupaban desde hace casi tres meses en Kiev. El asalto se produjo tras un nuevo brote de violencia que comenzó cuando los manifestantes rompieron el cordón policial junto al Parlamento e incendiaron la sede del partido de las Regiones, y que se saldó con más de una decena de muertos.

Precedidos por tres camiones blindados equipados con cañones de agua, varios cientos de agentes del Berkut, el destacamento especial antidisturbios, entraron ayer en la plaza de la Independencia (bautizada como Euromaidán) de Kiev, ocupada desde hace casi tres meses por los opositores al presidente, Viktor Yanukovich, y comenzaron a desalojar a los miles de manifestantes. Las fuerzas de seguridad derribaron sin problema las barrica- das levantadas por los manifestantes, que intentaron defenderse lanzando a los policías adoquines, petardos y cohetes.

La irrupción en la simbólica plaza, epicentro de las protestas contra el Gobierno de Yanukovich, fue el colofón a una jornada de violencia desconocida desde hace varias semanas y que se saldó, según el último balance oficial de las autoridades, con al menos once muertos.

El Ministerio de Interior informó anoche de que seis policías fueron «asesinados a tiros» en Kiev y de que 159 habían resultado heridos, 35 de ellos de gravedad. Según las autoridades, cinco civiles murieron, mientras que la oposición denunció la muerte de tres manifestantes «abatidos por las balas», y dijo que 150 más resultaron heridos, 30 de gravedad. La Policía cifró en trece los muertos, siete de ellos civiles.

Los graves enfrentamientos que acabaron con la calma de los últimos días estallaron a primera horas de la mañana cuando varios miles de manifestantes rompieron, en la calle Grushevki -escenario a finales de enero de violentos disturbios protagonizados por grupos de ultraderecha y donde ayer tomaron la Casa de los Oficiales del Ministerio de Defensa-, el cordón policial junto a la Rada Suprema (Parlamento), agrediendo con mazas, bates y adoquines a los agentes, que respondieron con material antidisturbios. Algunas fuentes indicaron que los manifestantes pre- tendían demandar la restitución de la Constitución de 2004 y otras, que querían impedir la elección del nuevo primer ministro propuesto por Yanukovich.

Tras los primeros choques manifestantes enmascarados, ataviados con cascos y armados con bates y palos, asaltaron la sede del gobernante Partido de las Regiones en Kiev y tras una breve ocupación durante la que se llevaron gran número de documentos que quemaron, lanzaron cócteles molotov que incendiaron su planta baja. Uno de los empleados del lugar murió asfixiado por el humo.

Posteriormente, se lanzaron al asalto del Ayuntamiento que habían desalojado hace tres días tras meses de ocupación, donde también provocaron un incendio.

«El castigo más severo»

El Gobierno dio a la oposición un ultimátum para poner fin a los disturbios y al caos en el centro de la capital y retomar el diálogo y amenazó con recurrir «a todos los medios que contempla la ley para imponer el orden», mientras el fiscal general, Viktor Pchonka, prometía «el castigo más severo» a los responsables de la ola de violencia y a sus autores intelectuales. Tras la advertencia gubernamental, las fuerzas de seguridad rodearon la plaza de la Independencia, que fue final- mente desalojada.

Oficiales de la Policía pidieron por megafonía a mujeres y niños que abandonaran la plaza, como antes había hecho el líder opositor de UDAR, Vitali Klitshko, e instaron a los manifestantes a desalojarla pacíficamente. Los dirigentes de la oposición, mientras, hicieron un llamamiento a Yanukovich para que ordenara el repliegue policial.

La Policía empleó gases lacrimógenos, granadas de aturdimiento y agua a presión para hacer retroceder a los manifes- tantes, que respondieron lanzando adoquines y cócteles molotov.

A última hora de la noche, Klitshko acudió a la sede presidencial para reunirse con Yanukovich.

Condena y llamada al diálogo general ante el nuevo brote de violencia

La condena y llamada a retomar el diálogo ante el rebrote de la violencia en Ucrania fue ayer general, aunque con matices, desde Rusia a EEUU, pasando por la UE, Polonia, Alemania y el Estado francés. Moscú y Varsovia alertaron del riesgo de «guerra civil», del que el Kremlin culpó a Occidente, mientras Berlín amenazaba con sanciones.

«Lo que ocurre es resultado de la política de connivencia de los políticos occidentales y estructuras europeas que desde el inicio de la crisis han pasado por alto las acciones agresivas de las fuerzas radicales en Ucrania contra las autoridades legítimas», afirmó el Ministerio ruso de Exteriores. El presidente del Comité de Exteriores de la Duma, Alexei Pushkov, aseguró que Ucrania se halla al borde de la guerra civil y apuntó a Occidente.

También el primer ministro polaco, Donald Tusk, sostuvo que Ucrania está amenazada por una «guerra civil» con efectos para toda la región» y reiteró el compromiso de Varsovia en la búsqueda de una solución pacífica. Tusk se mostró, sin embargo, prudente sobre la adopción de posibles sanciones de la UE.

No coincidió con Berlín, cuyo ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, amenazó con sanciones personales un día después de que Angela Merkel recibiera a los líderes opositores.

La jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, condenó la violencia e instó a volver al diálogo para afrontar las causas de raíz de la crisis y a retomar urgentemente el proceso parlamentario.

En similares términos se expresaron el ministro galo de Exteriores, Laurent Fabius, la Casa Blanca, la OTAN y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que llamó a ambas partes a la «moderación». GARA