Raimundo Fitero
DE REOJO

Dicotomía

Tiene tantas tragaderas la programación televisiva que se puede caer en la tentación de universalizar, de excomulgar a una cadena o canal sin darnos cuenta de que en ocasiones hay lugares en sus parrillas en las que podemos asentar nuestras relaciones amistosas con el medio. Siempre que no se le pida más de lo que nos puede ofrecer.

Existe un cabreo monumental por la actitud de desgobierno de Ali Rajoy en relación al fallecimiento de Francisco Sánchez Gómez, Paco de Lucía. La repatriación de su cadáver fue penosa, sin apenas ayuda gubernamental, realizada por sus familiares y amigos moviendo las teclas disponibles. Y un flamenco de alta alcurnia proclamó: «Si llega a ser Plácido Domingo o Julio Iglesias mandan un avión militar». Tiene razón, el mejor guitarrista de flamenco de todos los tiempos, no entra en el imaginario cultural del señor Wert y su bufoncillo, el secretario de estado de Cultura señor Lasalle, un modoso funcionario con ambiciones políticas que no sale ni en las fotos. Por eso tuvieron la desfachatez política y cultural de no colocar su capilla ardiente en el Teatro Real, lugar donde había sido el primer flamenco en dar un concierto porque estaba alquilado el local para una mierda comercial. Lo llevaron al Auditorio Nacional, allá, en una esquina de Madrid. Nadie acudió a su sepelio.

Pero a la vez que sucedía esto, que los telediarios apestosos de TVE pasaban por encima de este fenómeno, La 2 tuvo a bien levantar su programación anunciada y dedicar «La Noche Temática» a pasarnos un documental, con ya unos cuantos años, del Paco de Lucía más terrenal, más personal, el que habla de su retiro en México, donde encontró la muerte, que analiza su carrera con una lucidez extrema, en la que repasa los hitos de su vida, el compromiso con su gente, la seriedad, la obsesión por ser el mejor, desgranando las vicisitudes de un artista sin igual, de un trabajador que lo que más le gustaba era ser Paco Sánchez, pero que disfrutaba siendo Paco de Lucía cuando creaba o tocaba. Lo demás era trámite. Se le veía pescando, con su gente, con sus amigos. Una semblanza viva y real, auténtica. Un gran reportaje. Que lo vuelvan a poner.