El sábado pasado más de una veintena de personalidades referenciales de la sociedad vasca presentaron un manifiesto por los derechos humanos centrado fundamentalmente en la situación de los represaliados y que bebe directamente del espíritu de la manifestación histórica del 11 de enero. Por su parte, el colectivo de presas y presos políticos vascos ha dado en los últimos meses pasos que han sido recibidos con satisfacción de forma casi unánime por la clase política vasca. Es evidente que hay una disposición de avanzar por parte de los más directamente concernidos, y que la mayoría social de este país desea una solución en esta materia. Sin embargo, cuando todos los agentes deberían acompañar esos pasos hay quienes con su actuación parecen empeñados en envenenar el ambiente.

No se trata en este caso del Gobierno español, sino de la Ertzaintza, que ayer cargó con dureza contra un grupo de estudiantes que participaba en una movilización por los derechos de los presos. ¿Es esa la aportación de la Policía autonómica? ¿Es esa la hoja de ruta de Lakua? ¿Detener, herir a más gente? ¿Será que no solo Madrid prefiere seguir instalado en la trinchera?