Gloria LATASA
gloriameteo@hotmail.com
AZKEN PUNTUA

Flor de primavera

Desde ayer está instalada entre nosotras. Sin embargo, hacía días que la primavera había llegado ya que se habían dejado ver los narcisos, recordándonos la historia de Perséfone

Renueva la vida, llena de color los montes, ilumina la vida de algunos, provoca alergias y astenias en otros... y desde ayer, jueves 20 de marzo a las 17 horas y 57 minutos hora peninsular, está instalada entre nosotros. Sin embargo, la primavera había llegado con anterioridad al campo. Hacía días ya que se habían dejado ver los narcisos, recordándonos una vez más la curiosa historia de Perséfone.

Hija única de Démeter -la diosa del trigo, de la fecundidad de los campos, la Madre Tierra- y virgen de la primavera en la mitología griega, se dejó embelesar por la visión de unos narcisos y se alejó de sus compañeras. En ese momento, Hades -el soberano del mundo subterráneo- montado en un carro tirado por corceles negros emergió por una grieta y quedó prendado de ella. Entre sollozos, decidió que se la llevaba a su reino.

La desaparición de la joven destrozó a su madre que, durante nueve días y nueve noches, sobrevoló tierra y mar en su busca. Al no encontrarla, preguntó al sol que todo lo ve y este le contó lo que había sucedido. Desolada, Démeter abandonó el Olimpo y bajó a la Tierra, donde permaneció un largo y terrible año en el que los campos se volvieron auténticos desiertos.

Su esposo Zeus -padre de todos los dioses y señor del cielo- intenta consolarla sin éxito. Ante la gravedad de los hechos, decide intervenir y se pone en contacto con Hades, tratando de convencerle para que le devuelva a la joven. Para entonces, el soberano del mundo subterráneo había conseguido mediante engaños que la chica se casara con él y comiera del fruto prohibido -una pepita de granada- que le impediría escapar de los infiernos.

Finalmente, Zeus se impone y logra doblegar a Hades. El resultado de un acuerdo entre ambos permitirá a Perséfone vivir una parte del año -los meses más oscuros- con su esposo y el resto del año, con su madre. A partir de ese momento, la alegría que le producirá cada regreso de su hija (que señalaba en la antigua Grecia el primer día de la primavera) logrará que Démeter -a la que los hombres llamaban la buena diosa- haga reverdecer la Tierra.