Josu MONTERO Escritor y crítico

Alguien y Nadie

Mientras la compañía Lord´s Chamberlain`s Men, de la que W. Shakespeare era actor, dramaturgo, director, empresario y administrador, inauguraba su teatro, The Globe, con «Como gustéis», Cervantes, preso en Sevilla por desajustes en las cuentas de las que era responsable como recaudador de la Armada española, ideaba el Quijote. Estamos al filo del año 1600. Ambos murieron en 1616, pero es muy improbable que fuera un 23 de abril; a los 51 años W.S., Cervantes a los 69. El padre de W.S. fue un rico comerciante, el de Cervantes un barbero-dentista-sangrador itinerante, de ahí tal vez que sus personajes anden siempre de acá para allá. Ninguno de los dos cursó estudio superior alguno; eso sí, ambos eran voraces lectores. A los 22 años W.S. dejó mujer e hijos y marchó a Londres a hacer fortuna; el dinero estaba en el teatro, y a él se dedicó. Fue el primer escritor comercial, supo escuchar el latido del público, escribía muy rápido y a demanda: 36 obras en 25 años. Aduló a reyes y a poderosos y alcanzó un éxito arrollador: acaudalado propietario, prestamista y especulador. Cervantes no fue nadie, un hombre al que la historia le pasó por encima. Quiso triunfar y hacer dinero en el teatro, pero fracasó; probó con los géneros en boga como la novela pastoril, y tampoco. Así que se enroló en la gloriosa Armada: Italia, Lepanto... Secuestrado y cautivo cinco años en Argel. Recaudador luego para la Armada: el sostenimiento del imperio desangraba a los de siempre. Así que cuando a los 54 años se sentó en su casita de Esquivias, Cervantes poco esperaba ya; tal vez ese desencanto del que ha padecido la vida con estoicismo y observa las ruinas de sus propios sueños sea el ingrediente esencial del Quijote, ese libro que inauguró un nuevo género. Se publicó, con gran éxito, en 1604; entre 1603 y 1606 W.S. estrenó «Hamlet», «Otelo», «El rey Lear» y «Macbeth».