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Confirman 57 casos de cáncer de tiroides en menores en Fukushima tras el accidente

Un total de 57 menores de Fukushima han desarrollado cáncer de tiroides desde que se produjera el accidente nuclear de marzo de 2011, según las autoridades sanitarias. Los expertos, sin embargo, ven todavía «difícil» determinar si existe un vínculo causal directo.

Un estudio sobre el impacto de las radiaciones de la catástrofe de Fukushima reveló que 103 niños y adolescentes de la región, menores de 18 años en el momento del accidente, han desarrollado un cáncer de tiroides confirmado por cirugía o altamente probable, pero la relación con el desastre atómico está por confirmar. Un comité de seguimiento de la salud de los habitantes hizo pruebas a cerca de 300.000 jóvenes de la provincia de Fukushima.

El número de casos de cáncer confirmados después de una intervención quirúrgica es de 57. Los 46 casos restantes no son seguros al 100%, pero la probabilidad es muy alta. Otro adolescente fue operado pero el nódulo que se le extrajo era benigno.

La proporción de niños de la provincia de Fukushima afectados es de 30 por 100.000, pero no existe una base de referencia para esta región, lo que impide comprobar si se ha producido un aumento desde el accidente atómico de marzo de 2011.

Los especialistas designados por las autoridades prefectorales tienden a pensar que estos casos de cáncer no guardan relación directa con el desastre.

«Difícilmente se puede establecer una relación de causa efecto pero es necesario no obstante seguir con los exámenes porque la proporción de descubrimiento de tumores aumenta con la edad, también en tiempo normal», declaró el profesor Shunichi Suzuki, de la Facultad de Medicina de la prefectura de Fukushima, en la presentación de los resultados. Esta opinión se funda, entre otros, en datos comparativos, sobre todo con el caso de la catástrofe de Chernobil, en 1986, en Ucrania.

No obstante, los padres de los niños afectados no pueden evitar pensar que la causa es la exposición a las radiaciones (sobre todo al yodo 131) los primeros días después del siniestro.

Un reciente estudio de la ONU reconoció la posibilidad de que aumente el riesgo de cáncer de tiroides entre los niños más expuestos a la radiación.

La tiroides es una esponja de yodo, sobre todo en un niño en crecimiento. Esta glándula es pues particularmente vulnerable a las emisiones del radioactivo yodo 131 en caso de accidente nuclear. Por eso se recomienda la absorción de yodo estable con el fin de saciar e incluso saturar de antemano la tiroides. Esta medida no se aplicó en Fukushima. Hace poco, las autoridades niponas decidieron repartir yodo estable a los habitantes más cercanos de los reactores, que podrían volver a la actividad en un futuro próximo, empezando por los llamados Sendai 1 y 2 en el suroeste.