EDITORIALA
EDITORIALA

Ébola, una catástrofe y un doble error

La noticia del primer contagio de ébola producido fuera de África saltaba ayer tarde a todo el continente europeo y sacudía especialmente al entorno más cercano a Alcorcón, localidad de la que no dista tanto Euskal Herria si se toma el mapamundi como referencia. Pero la propia noticia encierra ya de entrada una tremenda injusticia. Y es que la OMS cifraba ayer mismo en 3.338 los fallecidos por esta variedad letal del virus en África, una cifra que crece exponencialmente si se recuerda que en agosto eran 1.000 las víctimas mortales y en julio, 500. Todos ellos seres humanos más allá de dramáticas estadísticas.

La llegada del ébola a Europa probablemente solo era cuestión de tiempo en esta era en la que no existen límites geográficos ni temporales para los movimientos humanos. Conlleva una alarma segura y quizás una catástrofe ahora imposible de medir pero es, sobre todo, el resultado de un doble error, ejemplificado en la negligencia absoluta del Gobierno español. El primero tiene que ver con la tremebunda inacción de esa entelequia desorganizada llamada pomposamente comunidad internacional. Precisamente ha sido un fotógrafo español, Samuel Aranda, autor de un espeluznante reportaje sobre cómo mueren niños abandonados en el suelo de un hospital de Sierra Leona, quien denunciaba estos días la inoperancia de entidades como la OMS en esa zona, en que la respuesta queda en manos de ONG como Médicos sin Fronteras.

Paradójicamente, mientras la enfermedad no es atacada, ni siquiera apenas combatida, en su zona de expansión, el Gobierno del PP cometió un segundo error: destinar ingentes recursos a repatriar a dos misioneros ya infectados y que terminaron muriendo en un hospital de Madrid. Lo hizo incluso contra el criterio de parte de sus familias que aseguraban que sus destinos estaban asumidos desde el momento en que tomaron la decisión de ayudar a enfermos de ébola. Un gesto de prepotencia política con un desenlace absurdo.