Nagore BELASTEGI
Kronika | Procesos soberanistas: Gure Esku Dago

Una urna construida entre todos para que Euskal Herria pueda decidir

Una urna en la Zurriola, olas de gente frente a las olas del mar, banderas ajenas sentidas como propias y más de 10.000 personas lanzando al unísono un mensaje al mundo: Euskal Herria también quiere decidir.

Ni siquiera los responsables de la iniciativa Gure Esku Dago se imaginaban que tantísima gente quería tomar parte en el mosaico creado ayer en Donostia para reivindicar el derecho a decidir. Se marcaron la meta de las 5.000 personas, que debían pagar un precio simbólico de cinco euros para inscribirse y así asegurar su plaza y recibir el material. Pero pronto esa cifra se les quedó pequeña.

El objetivo estaba claro, realizar un mosaico. También se conocía que habría que hacerlo con paraguas y chubasqueros, pero nadie sabía con exactitud cuál era la función que iba a representar. Solo los carteles que anunciaban el acto de ayer daban una pista: se podía ver la ikurriña, la senyera y la bandera escocesa.

La gente fue muy puntual y, tal y como habían pedido los organizadores, a las 11.00 ya había largas colas en las dos entradas a la playa de la Zurriola. Los organizadores apuraban los últimos minutos clavando los paraguas en la arena y comprobando que todos estaban en su sitio; un solo guardasol fuera de lugar podría haber estropeado el dibujo.

Los participantes parecían tímidos al principio, pero en unos casos para sacudirse el fresco y en otros animados por la música, no fueron pocos lo que se animaron a bailar. Mientras, un organizador les alentaba por megafonía y les iba dando indicaciones de lo que tenían que hacer. «Uno, dos, tres...» y la gente respondía «¡ehhh!». Después precisó que esa señal sería muy importante en el proceso del mosaico, porque marcaría el momento en que tendrían que realizar un movimiento, todos a la vez.

«Ahí estuve yo»

El buen humor y la alegría son contagiosos. En el momento justo, la canción que acompañó a la cadena humana el 8 de junio comenzó a sonar. La multitud se balanceaba con una sonrisa, impaciente. «Hormak eta harresiak ez ditugu maite», cuando la canción tomó otro ritmo más alegre la acompañaron con pequeños saltos y terminaron con palmadas en el estribillo, «har dezagun bidea, gure esku dago ta».

A las 11.20 abrieron las puertas y la voz de la megafonía invitó a la gente a pisar la playa. Poco a poco, todos se fueron agolpando en el lugar indicado. Esta tarea les llevó media hora, más de lo previsto. «Mirarlo por el lado positivo, si estamos tardando tanto es porque somos muchos», decía la voz para calmar a los impacientes.

Por fin los organizadores dieron paso a la gente para que se fueran colocando cada uno frente a un paraguas. Con el mar al fondo, la gente parecía una marea negra que subía hacia el espigón entre aplausos.

Para ampliar el mosaico de las 5.000 plazas que tenían previstas sin desfigurar el dibujo era necesario ampliarlo proporcionalmente, por eso, las plazas se duplicaron (con dos franjas sin color en los extremos exteriores) y faltaban unos 800 paraguas por cubrir. No fue un gran problema, porque había mucha gente viendo y apoyando el acto desde fuera y finalmente se animaron. «Sabemos que es muy bonito verlo desde fuera, pero pensar que si participáis luego diréis `ahí estuve yo. No se dónde, pero ahí'». La verdad es que era motivo de orgullo participar en el mosaico.

Para amenizar la espera, y para disfrute de los que finalmente se quedaron fuera aplaudiendo y apoyando la causa incluso con banderas, el organizador les pidió que realizaran olas de lado a lado. La canción de Pirritx, Porrotx eta Marimotots, «Eskuetan», utilizada para realizar flashmobs en diferentes localidades, provocó que muchos de los asistentes comenzaran a moverse de la misma manera y que otros les imitasen. Algunas canciones dejan huella.

Cuando terminaron de llenar los huecos el organizador comenzó a dar explicaciones: primero se pusieron el chubasquero los de color azul y blanco. Debían colocarse también la capucha. Así formaron la bandera escocesa. Los del otro lado se tenían que poner los chubasqueros rojos y amarillos, componiendo la senyera. Esta primera imagen de las dos banderas tenía un doble significado. Por un lado, la iniciativa felicitó a Escocia por haber conseguido tener el derecho que votar por su propio futuro. Y por otro, querían animar a Catalunya por la consulta que realizará hoy contra viento y marea.

Se podía sentir la energía de toda esa gente vestida con chubasqueros al saber que estaban representando algo tan importante y tan bonito.

Acto seguido, una serie de personas previamente seleccionadas rodearon a la multitud con una gran cadena humana y fueron introduciéndose en el mosaico para ocupar unos lugares que habían quedado libres estratégicamente. Eran los paraguas negros, que remarcarían el dibujo al abrirlos.

A vista de pájaro

Cuando todos se colocaron, abrieron los paraguas poco a poco y, aunque a ras de suelo era imperceptible, el helicóptero pudo captar claramente el mensaje. Una urna sobre un fondo blanco representaba el futuro de Euskal Herria, el ansiado derecho a decidir. En azul podía leerse «Gure Esku Dago». El siguiente paso era que todos los que estaban dentro de la urna cerraran su paraguas, y así aparecieron de nuevo las banderas de Catalunya y Escocia representando que estos pueblos ya están decidiendo.

Eso fue lo que explicó Angel Oiarbide, representante de la iniciativa. «Zorionak a los escoceses porque han sabido aunar el deseo de unos y otros. Y ánimo y un abrazo a los ciudadanos catalanes, aunque nos han demostrado que no necesitan que les animemos... ¡endavant! No tenemos ninguna duda de que ellos serán quienes decidan su futuro. Este pueblo debe construir su propia urna, una urna que una a todas las sensibilidades de este país, a personas de toda clase y condición. Una urna en torno a la cual consigamos tejer acuerdos suficientes para posibilitar que también este pueblo, más pronto que tarde, decida su futuro».

Giro onean baina estu-estu, garraio publikoan

Jende gehiena garraio publikoan gerturatu zen Donostiara, erraztasunagatik, eta giroa goizetik bizitzeko aukera ere ematen duelako. Kursaal inguruan antolatutako autobusak zeuden, eta horietan joandako jendearekin bat egin zuen Groseko tren geltokitik iristen zenak. 10.30 inguruan iritsi zen tren bat, jendez gainezka.

Legazpiarrek ez zuten eserlekua topatzeko arazorik izan, Brinkolatik hutsik baitzetorren. Ordiziara iristerako eserleku guztiak okupatuta zeuden, baina zutik zihoan jendeak bazuen lekua lasai egoteko. Tolosan jendetza agerikoa zen eta hitzorduari buruz ezer ez zekienak jakin-mina zuen. «Zer dago ba gaur?», galdetu zuen gizon batek. Haur txikiekin zihoan emakume gazte batek ondo baino hobeto azaldu zion irribarretsu.

Bitartean, lagun taldeak mosaikoari buruz hitz egiten ziharduten. Baziren Internet bidez zabaldutako mapak inprimatu zituztenak ere, eta horietan ikusten zen mosaikoa hondartzaren zein zatitan egin behar zuten eta non zeuden sarrerak. Andoainen bazirudien ezingo zela beste inor sartu eta trena gelditutakoan kanpoan zain zeudenak korrika zebiltzan ate batetik bestera, ea txokorik aurkitzen zuten. Ateak itxitakoan hasi ziren txantxak. «Guinness errekorra hautsiko dugu, bai. Tren batean inoiz sartu al da hainbeste jende?». Azkenean, Donostia. Geltoki nagusian ateak zabaldu bezain pronto jaitsi ziren bidaiarietako batzuk; gehientsuenak, ordea, Grosen. N.B.