Ion SALGADO ARRASATE
Iosu Uribetxebarria hil da Arrasaten

El duelo se une a la reivindicación por los presos enfermos en Arrasate

Cientos de personas se dieron cita ayer en el centro de Arrate para recordar a Iosu Uribetxebarria, que de madrugada falleció a consecuencia del cáncer. Los presentes en la concentración exigieron la puesta en libertad de los presos gravemente enfermos, que padecen en primera persona las medidas de excepción impuestas por los gobiernos español y francés. Mañana una manifestación silenciosa reivindicará sus derechos y exigirá el fin de la dispersión.

La madrugada del viernes el cáncer acabó con la vida de Iosu Uribetxebarria. El represaliado falleció en Arrasate, junto a sus familiares y amigos, que ayer a la tarde tomaron el centro de esta localidad para reclamar la puesta en libertad de los presos y presas gravemente enfermas. «Queremos que Iosu sea el último», destacó Joseba Garitaonaindia, que denunció la actitud de los jueces y de los gobiernos español y francés. «En el plano teórico son muy demócratas, pero en el fondo están llenos de odio», añadió.

En un pequeño escenario y ante un horizonte multicolor compuesto por cientos de paraguas, este exprisionero recordó que la propia legislación española reconoce que los presos gravemente enfermos tienen derecho a la libertad condicional, tal como dicta el artículo 92.1 del Código Penal. «Solo pedimos que se aplique la ley. Que se aplique la ley de la misma manera para todos», añadió en alusión a la doble vara de medir de Madrid y París. Dos años y medio después de la batalla por llevar a casa a Uribetxebarria, basta recordar hoy casos como el de Ibon Iparragirre, que el año pasado fue alejado del penal de Basauri a la prisión de Navalcarnero pese a padecer una grave enfermedad.

Uribetxebarria también padeció estas medidas de excepción. Según recordó Garitaonaindia, tenía que estar en libertad desde el año 2005, cuando le diagnosticaron un cáncer de riñón. Sin embargo, continuó preso hasta agosto de 2012, cuando protagonizó una huelga de hambre de quince días para reivindicar sus derechos.

Durante esos años su estado de salud empeoró y se produjo una metástasis en el pulmón y en el cerebro. «Hay muchas formas de golpear a un preso, y, a veces, las peores son las que no se ven. Porque Iosu no ha muerto, a Iosu lo han matado», destacó antes de remarcar que «solo nos ha dejado físicamente».

«Siempre estará nosotros mientras este pueblo siga vivo. Con su marcha ha nacido un pájaro que volará por el cielo de Euskal Herria. Se estará preparando para hacer un largo viaje, tal como hacen cada fin de semana cientos de familiares. Porque Iosu siempre ha tenido en su mente a quienes no están con nosotros. Ahora, convertido en pájaro, podrá acercarse a ellos y disfrutar de la libertad que no ha tenido», añadió completando la metáfora.

Política «injusta y cruel»

Dos horas antes de la concentración, marcada por la lluvia y por los crespones negros que colgaban de las ikurriñas, los familiares y amigos de Uribetxeberria denunciaron que la muerte del expreso está relacionada con los efectos de una política penitenciaria «injusta». «En 1997 le detuvieron, lo torturaron y lo dispersaron. Y como cientos de presos políticos vascos padeció hasta el último día una política carcelaria cruel». Una dura situación que se agravó tras la aparición del cáncer. «Pese a que en prisión le diagnosticaron una grave enfermedad, lo han tenido preso en el hospital y en casa, incrementando su sufrimiento», apuntaron.

En la rueda de prensa de ayer, sus familiares y amigos reclamaron el fin de la dispersión penitenciaria y solicitaron la puesta en libertad de los presos y presas vascas gravemente enfermas: Josetxo Arizkuren, Garikoitz Arruarte, Inmaculada Berriozabal, Iñaki Etxeberria, Ibon Fernandez Iradi, Aitzol Gogorza, Ibon Iparragirre, Jose Ramon Lopez de Abetxuko y Txus Martin. La solidaridad con todos ellos protagonizará la manifestación silenciosa de mañana domingo, que partirá a las 12.30 desde la plaza del Ayuntamiento de Arrasate bajo el lema «Giza eskubideak. Konponbidea. Bakea. Preso gaixoak kalera, dispretsioa amaitu».

Ultimo adiós civil

Por otro lado, hoy a las 12.00 tendrá lugar un funeral civil en el parque Aldai. La familia ha invitado al mismo a todas aquellas personas que quieran dar su último adiós a Uribetxeberria. Esperan que el acto sea tranquilo y respetuoso, sin medios de comunicación. Una calma de la que no pudo disfrutar Iosu Uribetxarria en la recta final de su vida, donde continuó siendo asediado puntualmente por tribunales y medios.

La muerte del represaliado de Arrasate estuvo muy prestente en la mente de las personas que, como cada viernes, se concentraron en decenas de pueblos y barrios de Euskal Herria para reivindicar los derechos humanos de los presos y presas vascas. Las citas solidarias se produjeron entre otros muchos puntos en Mutriku (donde se concentraron 60 personas), Beasain (61), Lekeitio (98), Deba (40), Lizarra (58), Getaria (47), Larrabetzu (77), Legorreta (23), Ugao (40), Mundaka (105), Agurain (56), Zarautz (260), Iruñea (220), Elgoibar (45), Orereta (172), Zizur Nagusia (35), Gasteiz (315), Lizartza (23), Etxarri (60), Hernani (130), Donostia (163), Lekunberri (11), Antzuola (28), Ondarroa (140), Larrabetzu (77), Galdakao (73), Gatika (8), Bera (16), Berriozar (35), Lazkao (75) y Aulesti (57).

Al igual que en la concentración organizada en el centro de Arrasate, en algunas de estas movilizacioines en apoyo a los presos y presas vascas pudieron verse crespones negros colgando de las ikurriñas.

Un símbolo de la crueldad carcelaria que pasó siete años enfermo en prisión

Iosu Uribetxebarria falleció de madrugada, a los 60 años de edad, después de una larga convalecencia en Arrasate. La noticia trascendió a primera hora de la mañana, y sus familiares y amigos emitieron una nota en la que la confirmaban y destacaban que «sufrió hasta el último día la cruel política penitenciaria del Gobierno español».

A su pesar, Uribetxebarria (preso desde 1997) se convirtió en icono de la lucha contra la política penitenciaria española. Su situación explotó en verano de 2012, nueve meses después de la Declaración de Aiete y el fin de la lucha armada de ETA. Tras ser hospitalizado por el agravamiento de su enfermedad, emprendió una huelga de hambre para reivindicar «un trato digno» que legalmente se traducía en su puesta en libertad. Ello prendió una reivindicación social muy potente. No obstante, los aparatos del Estado se atrincheraron argumentando entre otras cosas que Uribetxebarria había sido condenado por el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, por lo que costó más de un mes de dura batalla (con huelgas de hambre en las cárceles y ante el Hospital) que se le concediera la libertad condicional. Así, finalmente ha podido pasar en su casa los dos últimos años y medio de vida, en los que pese a todo ha seguido padeciendo la presión de instancias judiciales y medios de difusión.

En realidad, el cáncer se le había detectado a Uribetxebarria en el año 2005 y ya entonces se solicitó su libertad condicional, que le fue denegada. Siete años más tarde, el 1 de agosto de 2012, el Ministerio español de Interior trasladó a Uribetxebarria desde la prisión de León, donde cumplía condena, hasta el Hospital Donostia y no a su domicilio, que fue lo que desencadenó la protesta.

Todavía en abril de este pasado año, cada vez más enfermo, Iosu Uribetxebarria tuvo que declarar por videoconferencia acusado de hechos de 1986 que se habían recuperado ahora para prorrogar la persecución judicial. Su situación pasó incluso de libertad condicional a prisión atenuada durante dos meses y medio, aunque luego fue corregida.

Dado el impacto simbólico que tuvo su caso, la luctuosa noticia de ayer motivó múltiples reacciones. Así, Etxerat recordó que todavía hay diez presos vascos gravemente enfermos a los que se priva de la libertad (eran catorce en verano de 2012, si bien algunos fueron excarcelados después con la anulación de la «doctrina Parot»). «¿A quién favorece esto? ¿Qué aporta a la paz?», preguntan los familiares tras denunciar el intento de «priorizar la cultura de la venganza sobre la del respeto a los derechos humanos».

Desde EH Bildu, Julen Arzuaga recordó igualmente que Uribetxebarria «ha sido hasta el último momento una nueva víctima de la política penitenciaria criminal» y ha recibido un trato demostrativo de «la sed de venganza». Y Sortu apostilló que esas «ansias de revancha nunca servirán para conseguir la paz con justicia y la convivencia que tanto necesitan la sociedad vasca y por las que sin duda apuesta Sortu, hoy más que nunca». Este partido califica el fallecimiento como «consecuencia de una política penitenciaria criminal».

Colectivos como Ni Ere Banoa o Egiari Zor expresaron igualmente su solidaridad a la familia tras todos los padecimientos producidos.

Por parte del PNV, Joseba Egibar consideró que «todas las muertes son lamentables, y en este caso la situación ha estado rodeada de polémica. Por lo menos, lo que está claro es que la decisión de ponerle en libertad que se tomó en su momento fue algo razonable». Recordó que hasta el último momento se ha intentado «volverle a ingresar en prisión» y ahora «ya no hay vuelta atrás».

Todavía en este trance, exdirigentes políticos como Jaime Mayor Oreja (PP) cuestionaron la excarcelación de 2012. Dijo ayer que fue «un grave error».