Amparo LASHERAS
Kazetaria
AZKEN PUNTUA

Aun así, gracias por hacernos soñar

Ha pasado una semana desde que el pueblo griego acudió a votar y Grecia continúa siendo el punto de atención más importante e interesante de la política internacional. Tras ganar las elecciones, el nuevo Ejecutivo de Syriza es observado con la meticulosidad de quien analiza una pintura para verificar su autenticidad o su falsedad. Los partidarios de la austeridad, enemigos de la soberanía y los derechos sociales, lo hacen con el pesimismo prepotente que arrastra el miedo a que Syriza tenga razón y gane este capítulo de la historia. En cambio, la gente corriente que necesita soñar con una utopía, más allá de la socialdemocracia, mira al Gobierno griego con la confianza de que puede y debe conseguir lo que se ha propuesto. De momento y sin perder tiempo en protocolos institucionales, Tsipras rindió homenaje a los 200 comunistas de la Resistencia, asesinados por los nazis. Su Ejecutivo ha exigido a la UE una quita y una moratoria de la deuda y ha comenzado a trabajar para mejorar la vida del pueblo. El miércoles mismo anunció las primeras medidas: subida de salario mínimo, restaurar la negociación colectiva, el acceso a la sanidad pública para más de 3 millones de griegos, paralizar las privatizaciones, devolver su puesto de trabajo a 3.500 funcionarios despedidos ilegalmente, recontratar a las 300 mujeres de la limpieza del Ministerio de Finanzas, conceder la nacionalidad a los hijos de inmigrantes... Solo hay una cuestión que me incomoda: su acuerdo con la derecha nacionalista de Griegos Independientes. ¿Por defender la soberanía? ¿No podían gobernar sin dos escaños? Lo siento, siempre tendré mi rechazo ante cualquier derecha. Aun así, gracias, Syriza, por abrir la puerta a otro futuro y hacernos soñar.