Antonio Alvarez-Solís
Periodista
AZKEN PUNTUA

El capullo de seda

Viven encerrados en su propio capullo, como los gusanos de seda. El mundo exterior lo fabrican en sus sueños de tejedores secretos de la cápsula que para ellos es el todo. De súbito salen con desenvoltura de su envoltura y siembran de estrellas la nada. «Los ciudadanos quieren reformas, no revoluciones», ha dicho la vicepresidenta del gobierno de Madrid, la gusanita que hila el futuro rosa.

Los ciudadanos, todos los ciudadanos. Ni un solo ciudadano quiere otra cosa totalmente distinta, que es lo que constituye al fin la revolución. Los ciudadanos son la tela de seda, única y cuidadosamente elaborada que envuelve suave y brillantemente al gobierno. Son el invento triunfal de la gusanera. Por eso «empiezan a ver resultados».

Lo dice, Roma locuta, la vicepresidenta que ahora, repetimos, sale con desenvoltura de su envoltura. Rajoy la creó golpeando su muslo de Júpiter silente.

Y ya habla con la voz de todos los ciudadanos que meriendan nada en los prados secos del INEM, al pie del Olimpo en que retozan los capullos ligeros de equipaje y preñados de fantasía. Cine moderno, repleto de avatares.

La gusanita rosa habla evidentemente de los españoles, de todos los españoles que, evidentemente también, nada tienen que ver con los griegos que al fin pueden, al menos por el ahora glorioso, con los persas de los carros dorados.

¡Qué fácil sería hablar de lo que quiere el gobierno y no de lo que quieren los españoles, todos los españoles! A no ser que todos los españoles sean capullos de idéntico gusano.