EDITORIALA
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Lehendakari Urkullu, sin el debido respeto

Iñigo Urkullu llevaba en su programa electoral de 2012 la intención de «incentivar, alimentar y promover» tres grandes acuerdos de país, entre ellos el del establecimiento de un «nuevo estatus político para Euskadi». Primero, a instancias de su gobierno, se crearía una ponencia parlamentaria. Paralelamente, su gobierno impulsaría un proceso participativo y abierto, unas jornadas internacionales para que, finalmente, en el presente año, «el resultado del proceso fuese sometido a refrendo popular». El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha hecho pública la decisión de posponer de un plumazo este proceso hasta que ETA se desmilitarice, reconozca el daño causado, los presos se resocialicen y haya un fin reconocible de la organización armada vasca. Después, ya se verá. ¿Dónde queda la obligación contraída? ¿Dónde la palabra dada? ¿Por qué desdecirse de esa manera de un compromiso tan sólido, fijado en un programa electoral, reiterado ante toda la ciudadanía?

Ha sido un auténtico fiasco, otro más. Una falta de respeto, otra más, a una ciudadanía que asiste a un espectáculo en el que el lehendakari parece no sentirse interpelado por el fraude electoral que se ha cometido. Al contrario, según se van acercando las elecciones, pierde los papeles y no guarda las formas, confunde su partido con el país y se atreve a hacer declaraciones que lo retratan. Si lo hiciera Andoni Ortuzar, como presidente de un partido, entraría dentro de la normalidad -a la poco edificante normalidad a la que algunos líderes políticos parecen querer condenar a la ciudadanía vasca- y del cargo. Pero que un mandatario institucional abomine en un medio de comunicación de la propuesta legítimamente presentada por una fuerza política en aras a construir el futuro de este país, lo desacredita como presunto representante de todos los ciudadanos y ciudadanas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

Es triste ver a un lehendakari ejercer de portavoz de su partido, pero también clarifica el panorama y a la persona, incapaz de mantener la compostura. Y también de guardar el respeto institucional que tantas veces ha reivindicado en otras tesituras, pues sus declaraciones respecto a Gipuzkoa nos muestran a un político centrado en sus intereses y en plena campaña electoral.