Joseba VIVANCO
Nueva final de Copa para los leones

Otra vez usted por aquí

El Rey de Copas ha vuelto. Tercera final en siete años. ¿A la tercera la vencida? La gran familia rojiblanca sueña ya con esa nueva cita ante su gran rival copero, el Barcelona, en principio, el 30 de mayo. Anoche, el Athletic no solo ganó, sino que lo hizo con solvencia, con un aplomo y una seriedad que apareció cuando más hacía falta. Un equipo sólido, individualidades a alto nivel. Merecido, buscado, los leones están en la final. Tercera en siete años. ¿La vencida?

ESPANYOL 0

ATHLETIC 2

El irrepetible Piru Gainza, que sabía más por zorro que por viejo, siempre negó que le dijera a Francisco Franco, allá en la final de 1958, aquella mítica frase de «a usted y a mí no hay quien nos eche», cuando los leones paseaban orgullosos su estantería de copas. De la misma manera que sí reconocía su no menos recordada respuesta de «hasta el año que viene» cuando el dictador le saludó allá en la final de 1956 con aquello de «otra vez usted por aquí». Sí, el Athletic vuelve a estar otra vez por aquí. Y por la puerta grande. En una nueva final, la 36ª a lo largo de su historia, la tercera en los últimos siete años. El Rey de Copas ha vuelto, y por qué no. Más allá de luego ganarlas o perderlas, para el el club rojiblanco alcanzarla ya es un triunfo en sí mismo. «Seamos felices mientras somos felices», que decían en ``Fanny y Alexander''. Seamos.

Contaban los compañeros del gran Fidel Uriarte que antes de cada partido, más allá del oponente o la dificultad de la empresa, repetía siempre la misma convicción: «Hoy ganamos». Esa fue la idea con la que saltó el once de Ernesto Valverde, con Gurpegi por un convaleciente Laporte en el eje de la defensa, De Marcos en el lateral, Iraola por delante del alavés, Muniain por dentro en la media punta y galones para el joven Williams en la izquierda. Y con esos mimbres, dio un paso adelante. Porque el arranque del choque fue frenético, una presión asfixiante en la zona ancha del campo de unos y otros, sin tiempo para pensar, sin un metro de aire que respirar, pero donde mientras el Espanyol se lo pensaba, el Athletic no especulaba. Y llegaba.

Al poco Iraola, el hombre de los 500 partidos, cruzaba en exceso un balón templado de un De Marcos más correcaminos que nunca. Estaba claro que los leones enseñaban las uñas. Tres minutos después de esa jugada, sobrepasado el minuto diez, el de Guardia volvía a centrar, corta, desviada un defensor y la pelota viajaba hacia el `zorro' del área, Aduriz, que rodeado, desde la media luna, la cruzaba pegada al poste. Gol. Del más listo de la clase. Del treintañero. ¡Árbitro, la hora! No cabían más nervios y lo que quedaba por delante. Largo, muy largo lo fiaban.

El Athletic no se arredró. Ese gol que ponía en franquicia la eliminatoria le daba alas. Un segundo y el león se zampaba al periquito. El Espanyol no daba señales de vida en las inmediaciones de Iago, los rojiblancos no perdían en cambio ocasión de montar contras con las que meter más miedo al rival. Rico y San José sacaban balones a paladas, Muniain galopaba y Aduriz traía loca a la defensa blanquiazul. Intenso, serio, acertado, hasta que una mala cesión de Balenziaga permitió al Espanyol su mejor ocasión en la primera mitad, pero ahí estaba un inmenso Iago para sacarle el mano a mano a Stuani. Eso espoleó a los catalanes, que apretaron pero sin conseguir desbordar a la bien plantada zaga bilbaina, con muchos hombres, defendiendo siempre de cara y sin permitirse licencias innecesarias.

Lesión de Iago, entre lágrimas

El balón seguía siendo rojiblanco, la presión para los locales... el segundo para el Athletic. Ni Beñat, ni Susaeta, ni Ibai sobre el césped, Iraola sacaba de esquina, perfecto a la cabeza de Etxeita, que se eleva y la cruza imposible para el arquero `perico'. Éxtasis en rojo y blanco. Valverde, en su área técnica, golpeaba con su puño al cielo. Una, dos veces... El Espanyol necesitaba tres goles. La final a un paso. A cuarenta y cinco minutos.

Dos remates, dos goles, efectividad máxima como colofón a un muy serio partido. Regreso de vestuarios y sendas ocasiones de Aduriz y Williams, que perdonan el tercero y definitivo. Daba igual, ahí iba a estar otra vez Iago, inmenso, salvador. Remate similar al de `Adu' de Caicedo, al que dio entrada Sergio González en el ataque, y el portero que roza con la yema de los dedos, al palo y a sus manos.

El Athletic aguantaba la salida espanyolista, con uñas y dientes. «Cada jugador tiene el balón 2 ó 3 minutos de cada partido. Los otros 87 minutos tiene que trabajar para el equipo», defendía Johan Cruyff. Eso era anoche el Athletic. Solidario. Un equipo. En la banda el técnico catalán resoplaba, los rojiblancos no le volvían la cara al tercer gol y se iban con descaro cuando tenían oportunidad. El Espanyol necesitaba tres. Pero ni con el gran Iago lesionado, lágrimas en su rostro, infortunio, que tuvo que dejar el campo renqueante, dolido en sus cuádriceps, dolido en su corazón. Él ha metido al Athletic en la final, en la ida y en la vuelta. Treinta minutos por delante. Treinta, el de mayo, la fecha de la final. Más cerca. El trasero apretado. Como con el que galopaba Williams, el `30' a la espalda, a falta de un cuarto hora cuando cruzó fuera con Muniain -enorme el txantreano- solo para recibir. El prometedor cachorro se graduó. Con honores. Como todo el grupo. En un ejercicio de actitud. De aplomo. De ilusión. Del Espanyol, ni pío. Solo hubo rugidos, como el de Gurpegi cuando le sacó un remate a Sergio García en el área chica. Capitán, ya tienes tu final.

El partido acabó más cerca del tercero que del primero local. Un monólogo. Cuatro minutos de espera. Final. Abrazos infinitos sobre el verde, éxtasis con los aficionados desplazados. Comunión. Hambre de final. «Otra vez usted por aquí»... Y que sea por muchas veces.

El Barcelona será el rival por tercera vez en siete años

En un escenario aún por determinar, el Fútbol Club Barcelona será el rival del Athletic en la final, tal y como sucediera en 2009 (1-4 en Mestalla) y en 2012 (0-3 en el Calderón). El conjunto blaugrana cumplió los pronósticos y eliminó sin problemas al Villarreal, al que ya había superado por 3-1 en el partido de ida disputado en el Camp Nou. Se repitió resultado, pero a favor del visitante, en El Madrigal, donde el Barça mostró su superioridad firmando un 1-3 holgado, todavía más después de que Tomás Pina fuera expulsado en el minuto 64 por una durísima entrada por detrás.

El conjunto azulgrana, que perdió a Busquets por lesión, se adelantó en la primera jugada. Corría el minuto 3 cuando Messi centró desde la derecha y Neymar superó a Asenjo con un sutil remate. El Villarreal empató en el 39, con gol de Jonathan, pero la ilusión local la cortó Luis Suárez cuando marcó el 1-2 en el 73 tras un pase largo de Mascherano. Neymar, a falta de tres para el final, hizo el tercero. GARA