Natxo Matxin
Iruñea

Al final no hubo guinda, pero el pastel es como para degustarlo

Tras los 68 puntos de la 2005-06, esta temporada es la segunda de mayor puntuación -54- para Osasuna desde que las victorias suman triple.

La victoria ante el Barcelona ha sido uno de los momentos álgidos de la temporada. (Idoia ZABALETA / ARGAZKI PRESS)
La victoria ante el Barcelona ha sido uno de los momentos álgidos de la temporada. (Idoia ZABALETA / ARGAZKI PRESS)

Puede que el hecho de que al final no se consiguiese la clasificación europea haya dejado a más de un aficionado rojillo un tanto desilusionado, pero si uno se para a pensar en frío lo que ha realizado esta temporada Osasuna no puede sino sonreir de satisfacción. Solo hay que remitirse a los números. En toda la existencia del club navarro, esta temporada ha sido la segunda que más puntos ha cosechado en la competición de la regularidad -54-, únicamente superada por la histórica 2005-06, en la que se consiguió el pase para jugar la previa de Champions, con 68.

Habría que matizar que ambos datos vienen dados desde que la victoria se premia con tres puntos -el sistema se instauró en la 95-96- y que, para ser más justos, el año recién finalizado podría compararse a los mejores ejercicios de Pedro Mari Zabalza, entre 1987 y 1991.

El conjunto vasco más regular en Liga. Y esos 56 puntos permiten a Osasuna ostentar el particular honor de ser el mejor conjunto vasco en Liga, superando en cinco al Athletic -más centrado en pelear por otras importantes competiciones- y en siete a la Real. Además, quitando el choque de San Mamés, los rojillos han sabido rentabilizar con buenos resultados los derbis protagonizados frente a rojiblancos y txuri urdines.

Una pena que al final las carambolas de los resultados de otros rivales en la última jornada no favoreciesen los deseos encarnados de disputar la próxima temporada la Europa League, en la que sí estarán los vizcainos. Hubiese sido un gran espaldarazo para el fútbol vasco que dos de sus máximos representantes estuvieran presentes en el torneo continental.

Casi infalibles en casa. Los de Mendilibar han fraguado sus magníficos guarismos en el enorme rendimiento que han ofrecido en El Sadar. Transformado en un auténtico fortín, el feudo iruindarra solo ha visto hincar la rodilla a los suyos en tres ocasiones -Racing, Atlético y Real Madrid- y, en cambio, ha disfrutado hasta de una decena de triunfos, unas cifras acordes a las que han firmado los mejores del torneo.

El punto álgido de esta trayectoria como brillante local se materializó en la victoria sobre el todopoderoso Barcelona en la tarde-noche del pasado 11 de febrero (3-2), gracias a la inspiración de un acertadísimo Dejan Lekic, a la cercanía de un importante compromiso europeo de los culés y a un césped que mostraba los efectos de las gélidas temperaturas.

Un técnico acomodado a la plantilla

Otra de las claves del éxito rojillo cabe atribuirla a la capacidad de aclimatación de su técnico a las características de una plantilla más preparada para el fútbol de batalla que para la vistosidad. Consciente de esa realidad, Mendilibar ha tenido que acomodar sus iniciales ideas futbolísticas, que se vieron coincidiendo con su llegada a la escuadra navarra, pero que ha debido dejar un tanto de lado en la recién terminada campaña.

Cierto es que se han mantenido algunas señas de identidad, como la fuerte presión sobre el rival -no tan adelantada al estilo de sus primeros días como entrenador osasunista-, pero en otros aspectos ha habido variaciones. Por ejemplo, en la salida con pelota jugada desde atrás, una consigna que en esta oportunidad no se ha seguido tan a rajatabla, y que ha dado lugar a que en más de una ocasión se practicase un fútbol directo para evitar peligrosas pérdidas de balón en una zona tan delicada como la zaga. Junto a ello, la estrategia ha cobrado una vital importancia, no en vano muchos de los goles navarros llegaron en lances de este tipo.

Aflorando la savia nueva del futuro. La campaña 2011-12 no solo ha servido para confirmar la versatilidad e igualdad de un plantel que ha debido hacer frente a un buen cúmulo de lesiones, sino que ha sido el escaparate para que aflorase la savia nueva de unos cuantos jugadores llamados a ser importantes en el futuro del cuadro rojillo.

Como consecuencia de las citadas ausencias médicas, al preparador zaldibartarra no le tembló el pulso a la hora de tirar de Tajonar para contrarrestar tanta contrariedad. Andrés Fernández -el más destacado de esta nueva generación-, Raoul Loe, Eneko Satrustegi, Manu Onwu o Roberto Torres dispusieron de su bautismo de fuego en la máxima categoría y habrá que confiar en que respondan con fútbol y continuidad a ese reto.

Menor ambición en las salidas. Lógicamente no todo fueron virtudes en esta temporada. Al hambre que demostró el equipo en su campo hubo que contraponer una menor ambición en la mayoría de sus desplazamientos. Quizás como efecto negativo de anteriores ejercicios, la escuadra encarnada se conformó con más de un empate en sus salidas cuando daba la impresión de que el encuentro estaba para ir a por el triunfo.

Si el balance fuese por líneas o posiciones, han sido los carrileros los que más han decepcionado con su rendimiento en esta brillante campaña. El último tramo liguero ha deparado un Cejudo menos desequilibrante de lo que lo fue en la segunda parte de la 2010-11, Lamah ha ido desapareciendo poco a poco del once, Annunziata nunca ha ofrecido una línea de regularidad, y Mendilibar se ha visto obligado a tirar de otras alternativas, como Ibrahima o Nino.