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Adegi se equivoca

Comparecencia reciente de la dirección de Adegi. (Juan Carlos RUIZ / ARGAZKI PRESS)
Comparecencia reciente de la dirección de Adegi. (Juan Carlos RUIZ / ARGAZKI PRESS)

Adegi se está equivocando radicalmente. Podrá decirse que una organización patronal no tiene más remedio que ser parcial, puesto que su función en las relaciones laborales es necesariamente una función de parte. Pero lo que no puede permitirse es perder la seriedad. Y algunos de los argumentos, razonamientos y mensajes que durante los últimos tiempos se transmiten desde Adegi pueden calificarse de muchas formas pero no, desde luego, como serios.

Examinar y valorar el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas establecido en Gipuzkoa mediante acuerdo entre Bildu y el PSE requiere un análisis detenido y, precisamente por razones de seriedad, no vamos a hacerlo en este documento.

Pero lo que no es posible es que la organización que quiere representar a los empresarios de Gipuzkoa lance un ataque público contra este impuesto utilizando exclusivamente argumentos como los expuestos en la rueda de prensa del 2 de octubre.

Adegi: «En cuanto al marco fiscal empresarial en Gipuzkoa, el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas es el peor valorado por las empresas».

Por supuesto, el que los sujetos pasivos de un impuesto lo valoren negativamente es, con todos los respetos, una obviedad que el hecho de que se utilice como argumento causa sonrojo. Sería algo parecido a intentar utilizar como argumento el que los estanqueros valoren negativamente los impuestos sobre el tabaco o las empresas de gasolineras los impuestos sobre la gasolina. No es serio.

La agresiva posición de Adegi ante este impuesto alcanza caracteres cómicos cuando alude al efecto sobre la salida y entrada de empresarios en Gipuzkoa.

Adegi: «Se han ido 49 y han venido 61. Pero si no se hubiera marchado nadie... hubiéramos tenido 110 grandes fortunas y el resultado es que tenemos 12, puesto que si han venido 61 y se han ido 49... En lugar de tener 110 tenemos 12. Ese es el resultado de la política fiscal en relación a lo que ellos denominan grandes fortunas».

Y esta «divertida» argumentación se repitió dos veces, ante preguntas de distintos periodistas, como un interesante «dato analítico» aportado por Adegi.

Nos encontramos ante un lapsus conceptual aritmético evidente y descomunal, en el que se sustituye un 61 por un 12 de forma más que llamativa. Damos por supuesto que se trata de un lapsus no intencionado, pero evidentemente irresponsable y más que suficiente para rectificar y pedir disculpas públicas por el error.

Tras este «lapsus» descomunal, se insiste una y otra vez en un argumento que no puede dejarnos sino perplejos.

Adegi: «Sin entrar en el detalle, la primera reflexión es que con cualquier fortuna que se marche, aunque solo sea una, podemos concluir que ese impuesto no es positivo».

Llevar el debate público a estos niveles de demagogia es alarmante. El razonamiento de Adegi supone la desaparición del gasto público, de la educación, de la sanidad, de la justicia y de las pensiones. No hay impuesto que no genere efectos negativos. Negativos y positivos. A través de los impuestos siempre se detraen recursos de algún agente y ello supone, necesariamente, un daño económico. Daño económico que, lógicamente, debe compensarse con una utilización adecuada de esos recursos a través del mantenimiento del gasto público.

Intentar utilizar el argumento de que «es suficiente con que se vaya un empresario» para cuestionar la validez de un impuesto es -con todos los respetos- una de las mayores tonterías en el razonamiento económico que hemos escuchado en los últimos tiempos. Y se están escuchando muchas.

Adegi ha realizado una crítica descarnada y agresiva sin la más mínima base argumental. En el contexto actual, esto es de una trascendencia y de una gravedad alarmantes. Es gravísimo para Gipuzkoa pero es gravísimo, sobre todo, para el prestigio, la imagen y el papel de los empresarios en nuestra sociedad. Los empresarios no se merecen esto.

Ante la argumentación esgrimida por esta organización patronal, no tenemos más remedio que preguntarnos: ¿Esto es todo lo que puede decir Adegi para criticar el Impuesto sobre la Riqueza y las Grandes Fortunas? Y, por supuesto, no hay más remedio que preguntarse también: ¿Qué está pasando en Adegi?