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MADRID

Una iglesia, 23 banderas, un señor aburrido y un caos espectacular. Crónica de urgencia desde el TS

El juicio contra el independentismo ha arrancado esta mañana en el Tribunal Supremo, no sin momentos de caos tanto dentro como fuera. Decenas de periodistas, numerosos abogados y multitud de curiosos se han congregado en el antiguo convento de las Salesas, en la primera sesión de un proceso que hoy solo abordará cuestiones previas.

El president catalán, Quim Torra, saluda a los encausados. (Emilio NARANJO/EFE POOL)
El president catalán, Quim Torra, saluda a los encausados. (Emilio NARANJO/EFE POOL)

Retirado el crucifijo del Salón de Plenos, la iglesia de Santa Bárbara es el único resto explícitamente religioso que queda en el antiguo convento de las Salesas, hoy reconvertido en sede del Tribunal Supremo. Es el lugar en el que Franco celebró la victoria el 20 de mayo de 1939. Ocho décadas pueden ser un suspiro. La entrada noble al Supremo, en el que 12 dirigentes políticos son juzgados desde hoy por poner las urnas del 1 de octubre está en el otro extremo del edificio. Son apenas 200 metros en los que se pueden contabilizar 23 banderas españolas en ventanas y balcones.

El juicio empezaba, en teoría, a las 10.00, pero a las 7.30 de la mañana ya había decenas de periodistas y curiosos haciendo cola a las puertas del Supremo. Entre ellos estaba Manuel, jubilado: «Como me voy a perder esto, una cosa así solo pasa cada 100 años. Además, yo me aburro, si no me dejan entrar iré a pasear al parque».

Conforme se acercaba la hora de inicio el caos iba adquiriendo dimensiones equivalentes al tamaño de la causa. En una cola desorganizada se juntaban periodistas, curiosos, abogados y hasta acusados, mientras la Policía no dejaba pasar el cordón a los familiares de los acusados, que han tenido que pasar un calvario para poder acceder al tribunal. «¿Dónde tienen su invitación?» les ha espetado un Policía. La invitación a un espectáculo; todo juicio político tiene mucho de eso también.

La portavoz de EH Bildu en el Parlamento Gasteiz, Maddalen Iriarte, acreditada por el mismo hemiciclo de la CAV para seguir el juicio, también ha tenido que pasar por una odisea para poder acceder al Salón de Plenos.

Dentro, el caos no ha sido menor, llegando al surrealismo en el momento en que a los periodistas se les ha prohibido salir de la sala habilitada para seguir el juicio. Un policía de paisano evitaba que los profesionales de los medios accediesen a los pasillos mientras, al otro lado de la puerta, se supone que pasaban los acusados.

Solo ha sido a través de la pantalla de plasma que la prensa que no ha accedido al Salón de Plenos ha podido ver a los nueve acusados en prisión preventiva, trasladados de buena mañana desde Soto del Real. Sonreían.

Dos escenas

Eran cerca de las 10.30 cuando la pantalla se ha encendido y el presidente del tribunal, Manuel Marchena, ha dado inicio al juicio, abriendo las cuestiones previas y dando la palabra a las defensas para que defendiesen las alegaciones realizadas sobre la vulneración de derechos fundamentales.

Pero en eso entraremos más tarde. Quedémonos antes con dos escenas: dentro de la Sala, con luz y taquígrafos, Marchena ha contestado rápida y generosamente a Andreu Van den Eynde, abogado de Junqueras y Romeva, que pedía más de los 45 minutos prescritos al asumir él a dos defendidos. «No argumente, tiene hora y media». Poco antes, en los pasillos, una trabajadora del Supremo abroncaba en un tono bastante más desagradable al abogado belga Frederic Ureel, de la Asociación de Abogados Europeos Demócratas, por presentarse en toga. «Usted será abogado en su país, pero aquí viene como público».