@AritzIntxusta

Altsasu: el día de antes de la manifestación

Cientos de solidarios pasean por las calles de Altsasu. Muchos, con lazo amarillo. De ahí que se note tanto. Se escucha catalán en cualquier esquina. La otra nota del día son las caravanas. En octubre pasado, Altsasu albergó un Oinez. Hoy, hay muchas más.

Jóvenes sentados en un banco en Altsasu. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)
Jóvenes sentados en un banco en Altsasu. (Jaizki FONTANEDA/FOKU)

Cuatro catalanes se acodan en la barra del Koxka. En la tele, está puesta la pelota. «¿Tú sabes de qué está hecha esa pelota?». El otro niega con la cabeza. Está envuelto en una bandera blanca con una raya roja, en la que pone "Democràcia". Un tercero cree saberlo. «Todo es un enrollado hilo», explica. 

Un par de horas después, en el bar no cabe un alma. El Koxka y el mural de Taño se convierten en puntos de referencia para los que han recorrido cientos de kilómetros para mostrar su solidaridad a las familias. Hay gente que se mueve por cosas así.

«Hemos venido las cinco en un coche. Cinco horas, desde un pueblecito de Barcelona», comenta Marta. Dormirán en Iturmendi. Siguen el caso prácticamente desde que sucedió. «Estamos sensibles. Nosotros también sufrimos lo que es la justicia española», zanjan.

 

El mural de Taño decora una de las fachadas del frontón, que se ha abierto para los que llegaron y no tenían lugar para dormir. El frontón era la última opción de todas. Vecinos del pueblo ofrecieron sus casas para los solidarios. Un portavoz de la asociación gritaba: «¡Dos camas!» o «¡Una cama de matrimonio y dos colchonetas!». Así iban cuadrando huespedes. Pese a todo, un buen grupo ha preferido quedarse en el frontón. Los vecinos, principalmente, se llevaron a las familias. La operación se ha repetido varias veces. Al final, apenas una veintena de personas ha acabado pasando la noche en la cancha del Burunda.

A las afueras del frontón, en la plaza de Iortia, Bel y Antxon (los padres de Adur Ramírez de Alda) se han pasado a ver tantos preparativos. De repente, les aborda una pareja de desconocidos con dos niños. También son catalanes. «Perdona, sí, sois vosotros. Hemos venido desde un pueblo de cerca de Barcelona. Mañana sería imposible saludaros y queremos daros un abrazo. Nuestros hijos vieron el documental. Ellos son los que han decidido venir hoy aquí con la caravana».