Dabid LAZKANOITURBURU

May quema su último cartucho tentando a los laboristas con «otro» referéndum

Mientras desde sus propias filas afilan los cuchillos por su gestión del Brexit, y pese a que la oposición laborista ha dado por rotas las negociaciones en torno a una salida al atolladero, la primera ministra británica, Theresa May, ha lanzado un guiño a un sector de este partido y les promete que podrán votar sobre la convocatoria de un segundo referéndum si acceden antes a aceptar su viejo pero «remozado» acuerdo, que someterá por cuarta vez a votación a principios de junio.

Comparecencia esta tarde de la primera ministra británica. (KIRSTY WIGGLESWORTH-AFP)
Comparecencia esta tarde de la primera ministra británica. (KIRSTY WIGGLESWORTH-AFP)

La primera ministra británica, Theresa May, ha avanzado los cambios que incluirá en el Acuerdo del Brexit que someterá por cuarta vez a votación en el Parlamento de Westminster en la semana del 3 de junio.

Hostigada a diestra y siniestra, las modificaciones adelantadas por la todavía inquilina del número 10 de Downing Street incluyen sobre todo guiños al laborismo.

Así, y frente a los sectores brexiters de su partido, que piden abiertamente su cabeza cuanto antes, May insiste en buscar una solución de «compromiso» que posibilite que Reino Unido abandone la Unión Europea con garantías y no de forma abrupta.

En este sentido, y tras admitir que cerrar el Brexit está siendo «más duro de lo que había previsto» y argumentar que, por su parte, ha hecho «todo lo posible», incluso ofrecerse para dejar el cargo antes de lo previsto; la premier insiste en dejar claro que el texto incluirá una «obligación legal» para que el Gobierno busque «alternativas»  al plan de salvaguarda (Bakstop) para evitar la frontera entre el norte de Irlanda y la República irlandesa. May aspira a dejar claro que el norte de la isla, aún ocupado, no quedará bajo una regulación distinta a la de Gran Bretaña.

Una declaración de principios que no va más allá, toda vez que May reconoce, resignada, que la imposibilidad del gobierno de alcanzar un acuerdo con los conservadores y los unionistas del DUP la han llevado a tomar «la difícil decisión de intentar llegar a un acuerdo con el resto de fuerzas» políticas.

Y es que, sin duda alguna, son los laboristas los destinatarios de este último y desesperado intento de May no ya de sobrevivir políticamente, sino de dejar como legado siquiera un acuerdo de mínimos en torno al Brexit.

Ruptura de negociaciones

El Partido Laborista, liderado por Jeremy Corbyn, anunció la semana pasada la ruptura de las negociaciones con May tras acusarle de no tener la suficiente autoridad política para incluir cambios creíbles y perdurables en torno al acuerdo.

Así, su nueva redacción, avanzada por May dos días antes de que Gran Bretaña celebre las elecciones europeas el jueves, incluye garantías en materia de medio ambiente o derechos de los trabajadores, en un intento de hacerse eco de algunas de las exigencias del Labour.

No obstante, May insiste en rechazar una unión aduanera permanente con la UE, tal y como exige Corbyn, y ha reiterado su propuesta de aceptar esa unión pero de forma temporal, concretamente hasta las próximas elecciones generales británicas, previstas oficialmente para 2022.

Consciente de que su anuncio de que someterá esa unión aduanera temporal a votación parlamentaria no sirve para sortear las críticas de la oposición –que teme que un eventual triunfo de un candidato tory brexiter como el aspirante Boris Johnson convirtiera todo eventual acuerdo en papel mojado–, May ha ofrecido al sector del laborismo que exige un segundo referéndum la posibilidad de que el «nuevo acuerdo» sobre el Brexit incluya la previsión de que la Cámara de los Comunes se pronuncie sobre si quiere convocar un nuevo plebiscito.

Eso sí, ha advertido que «aquellos que quereis otro referéndum, necesitáis antes un acuerdo para el Brexit».

La última jugada de May puede parecer una incongruencia, y forzar a alguien a que apruebe antes el Brexit para que pueda intentar impulsar su posterior votación en referéndum lo es. Pero, ante todo, es un intento de May de agarrarse a la desesperada a las desavenencias internas en el laborismo para forzar la aprobación de un acuerdo sobre el que no ha sabido ni podido convencer a los suyos.