Miren Sáenz
Entrevista
Jayro Bustamante
Director de ‘La Llorona’

«Nuestra ‘Llorona’ es una metáfora sobre la madre tierra que llora a sus desaparecidos»

Jayro Bustamante clausura la sección de Horizontes Latinos con ‘La Llorona’, película fuera de concurso que lleva a la pantalla la impunidad de los responsables del genocidio que ocasionó 250.000 desaparecidos y un claro ataque a la etnia maya ixil.

Jayro Bustamante posa para la entrevista. (Gorka RUBOI / FOKU)
Jayro Bustamante posa para la entrevista. (Gorka RUBOI / FOKU)

Jayro Bustamante (Guatemala, 1977) ha regresado a Donostia con ‘La Llorona’, una película que tuvo su primer espaldarazo en el Foro de Coproducción Europa-América Latina con el Premio EFADs-CACI en 2018. Tras pasar por Toronto y Venecia, la cinta continuará su ronda de festivales antes de estrenarse el próximo año en Centroamérica. 

En esta película habla de la impunidad de los responsables del genocidio de Guatemala.
El gran problema de la impunidad es que sigue perpetuándose porque en Guatemala los derechos sociales y los humanos han tenido muchos problemas para avanzar. Cuando no tienes esos derechos, reinan la impunidad y la corrupción. Sobre todo, hay una generalización común en la que está mal visto pedir ese tipo de derechos. Cuando luchas por ellos, te tratan de comunista y te dicen que lo que estás haciendo es empujar el país hacia una Venezuela o una Cuba. En el fondo hay ganas de preservar lo que existe, pero lo que existe no funciona y se resume en una sociedad con altos grados de pobreza extrema, violencia con las mujeres; ser uno de los países más discrimanadores o autodiscriminadores, y el que tiene mayor índice de desnutrición crónica o analfabetismo en América Latina. Realmente son problemas que deberían ser tratados y no se tratan porque los derechos no son generalizados.

Aquí conocemos ‘La Llorona’ como una canción mexicana muy famosa y muy utilizada en el cine. ¿Qué representa en Guatemala?
La Llorona es un personaje muy querido en América Latina, sobre todo en Mesoamérica. Nuestra intención era darle un giro para que fuera un personaje un poco menos misógino porque, entre otras cosas, La Llorona es la que dictamina el castigo y el comportamiento que deben recibir las mujeres si se salen de cierto comportamiento. La hemos convertido en una justiciera, e incluso reescribimos la canción y su letra ya no va de despecho, de sufrimiento de una mujer por un hombre sino que es una metáfora sobre la madre tierra que llora a sus desaparecidos.

Se trata de un filme de ficción basado en hechos reales.
Sí, es ficción basada en los hechos de impunidad tras los juicios que vivimos hace unos años en Guatemala por los crímenes de lexa humanidad.

¿Existen muchos generales Enrique Monteverde?
Sí existen muchos. Si bien es cierto que en las guerras suceden cosas terribles por todos lados.

En la película hay una respuesta social importante.
Eso sí es ficción porque en Guatemala los movimientos sociales son bastante nuevos. Durante todo el periodo que duraron los procesos hubo mucha audiencia y la gente se manifestó pero una vez que fueron exculpados y se dijo «perdón nos equivocamos, aquí no ha pasado nada», nos quedamos bastante callados. De alguna manera es el reflejo de la sociedad. La gente está cansada de luchar por la justicia en un lugar donde no se quiere hacer justicia. Algunos esperan que la justicia venga de algún lugar divino, el más allá. El realismo mágico en Guatemala no es el de las novelas de García Marquez y allí lo vivimos todos los días.

Los ritos de este pueblo indio están muy presentes. ¿Los conoce de cerca?
Sí bastante bien. Crecí en una comunidad indígena hasta los 14 años y mi padrastro es maya cachiquel. Pude ver de cerca este tipo de indígenas, que ahora están haciendo de todo para no parecerlo. Están renunciando a sus raíces para no ser discriminados y no se puede negar la procedencia. El ejemplo del País Vasco es muy valioso: un pueblo fuerte que ha mantenido sus tradiciones, su lengua y su cultura. Para nosotros es admirable. Cuando Guatemala mandó a ‘Ixcanul’ –su primera película– a los Oscars y luego fue ‘Lorea’ me pareció muy linda. Hay que perpetuar nuestras cultura y costumbres.

Hablando de idiomas, ‘La Llorona’ mezcla el castellano con las lenguas indígenas como se ve en el juicio cuando van a declarar, en los ritos y en la casa porque es la lengua del personal de servicio.
Es una manera de exponer la realidad porque esto sigue existiendo. Teníamos nuestra inquietud por volver a utilizar mayas en el rol de sirvientas, que son los nuevos esclavas porque no solo tienen que estar contentas sino que aparte tienen que querer a sus dueños. Esto significa no igualad y falta de derechos.

¿Qué tal fue el casting?
En Guatemala no existen muchos actores profesionales. Lo que hice fue llamar a los intérpretes de mis anteriores películas que yo había formado y hoy en día son profesionales, y a otros que no lo son además de incorporar a dos actores de teatro como Julio Díaz –que interpreta al general Enrique Monteverde– o Margarita Kénefic –su esposa– con años de trayectoria. Creo que ha salido una mezcla bonita.

Han coincidido en Horizontes Latinos dos filmes que hablan de los desaparecidos. La otra es ‘Nuestras madres’ de César Díaz.
César y yo somos de la generación de los hijos de la guerra. Los dos nos fuimos del país y luego regresamos y nos damos cuenta que estos problemas siguen inconclusos. De alguna manera la sociedad no quiere mirar para atrás, porque igual te conviertes en una estatua de sal. Hay que ponerle luz para abrir espacios.

Guatemala tiene una casi inexistente industria cinematográfica.
Por eso, en un país que practica la autocensura desde las propias instituciones surgen ángeles.

Esta película la hemos rodado en el edificio de la embajada de Francia, mientras la embajada de México ha estado muy pendiente. Estos dos países junto con Guatemala son coproductores. Sin ellos no hubiera sido posible. Surgen situaciones curiosas: la película no habla bien de los militares y de pronto te encuentras algunos que te dan facilidades y te tratan súper bien.

Ni siquiera existe una Escuela de cine como tal pero se están formando una serie de cineastas autodidactas que van a configurar el cine del futuro. Eso es un orgullo.

¿Qué tal ha sido recibida ‘La Llorona’?
Muy bien. Hay una cosa importante para este tipo de cine y es el apoyo internacional de festivales y de la prensa. Nosotros tenemos una industria muy corta en la que el público para interesarse en nuestro trabajo tiene que tener la validación internacional. Es triste, pero es lo que hay.