Iker BIZKARGUENAGA

No es el escaño, es el gustazo

El juego de mayorías y las opciones que surgen de ahí para formar gobierno constituyen el elemento principal en unas elecciones, pero estaríamos equivocados si pensáramos que todo se reduce a eso. Ni mucho menos. La política tiene también, o tiene sobre todo, un componente emocional, que es lo que la hace tan apasionante.

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Tras una campaña entre corta e infinita, dentro de una semana, cuando se abran las urnas, cada formación política sumará sus votos y sus escaños, y empezará a sacar cuentas. La principal, pues de eso tratan estos comicios, girará en torno a las posibles mayorías para conformar Gobierno en Madrid, y si todo va según pronostican las encuestas –aunque vete tú a saber– no van a ser muy diferentes de las cosechadas hace seis meses. Habrá quien piense entonces que para ese viaje no hacía falta alforja alguna, pero esa es otra historia.

Ese será el momento de las matemáticas en la zona noble de las sedes, fundamentalmente las de los partidos españoles, pues es a ellos a quienes corresponderá gobernar o desgobernar su país. Mientras tanto, a vascos y catalanes les tocará hacer un cursillo acelerado de judo para sacar jugo a sus escaños.

Erraríamos, sin embargo, si pensáramos que todo se reduce a eso, a un juego de sumas y restas, a un ejercicio racional de maximización de los recursos. Qué va. La política tiene también, o tiene sobre todo, un componente irracional, emocional, que es lo que la hace tan apasionante. Es ese gozo que produce a ver a tu colores triunfar, la sonrisa que provoca una victoria inesperada, ese escaño alcanzado por apenas unos votos. Y al revés, claro, que le pregunten si no a Maroto, que en abril perdió muchísimo más que un acta de diputado.

Y si se trata de sentimientos, en esta cita habrá pocas cosas más gratificantes para la gente de izquierdas e independentista de este país que celebrar junto a Bel Pozueta la posibilidad de cantar unas cuantas verdades desde el atril del Congreso a gente incapaz de sostener su mirada. Más aún si Iñaki Ruiz de Pinedo está ahí al lado para aplaudirle. Gozoso sería repetir la jugada de dejar a la derecha española con un canto en los dientes, con los de UPN como los últimos de Filipinas.

Dicen que la gente está enfada por tener que volver a votar. No digo yo que no, pero si el próximo domingo tiene que haber alguien cabreado, casi mejor que sean otros.