Izkander Fernández
iruñea

Berri Txarrak abraza la eternidad en su despedida

El trío de Lekunberri encandila a miles de fans durante el primer concierto de su fin de semana de despedida. Toda una generación marcada por sus canciones llora huérfana la extinción de un referente. En la noche de este sábado llegará el adiós definitivo. La celebración se fundirá con el llanto. Eskerrik asko Berri Txarrak!

Gorka Urbizu, durante el concierto. (Idoia Zabaleta / FOKU)
Gorka Urbizu, durante el concierto. (Idoia Zabaleta / FOKU)

En un principio, la oscuridad. El silencio. La nada. Aunque sea por una sola décima de segundo, esa en la que cambian las luces del plano general al enfoque del escenario en el que todo ocurre, todo va a ocurrir, todo acabará ocurriendo, esa en la que enmudece la música de calentamiento y miles de corazones dejan de latir y miles de seres dejan de respirar, esa en la que tres figuras entrecortadas se despiden de las sombras para saludar a un mar de brazos y manos que aplauden y vuelven a aplaudir. Aunque sea por esa solitaria décima de segundo testigo de un momento y del siguiente, silencio y oscuridad antes de una celebración. De un adiós en dos etapas.

Esta noche, ahora, aquí, la primera explota. Revienta. Atrona. Bajo, guitarra, batería y voz. Viejo sistema comunicativo al servicio de las emociones. Gorka Urbizu, David González y Galder Izagirre. La palabra, el ritmo y el dios del trueno. La combinación perfecta para un emotivo holocausto generacional. Para el adiós. Para el rito de paso. Para la obsolescencia adolescente tardía y jamás programada. Nada se destruye, todo se transforma. Comienzan seis horas de despedida. Aquí las tres primeras.

No puedes describir un momento que no quieres que ocurra pero que tampoco quieres perderte. Pero lo intentas. Caes y te levantas. Lágrimas en los ojos y en la garganta. Algo metálico atravesado en el cerebro de lo que cuelga una pantalla blanca en la que se reproducen imágenes que dan forma a recuerdos íntimamente ligados a unas canciones, que ya se han apoderado de Nafarroa Arena. Tal es el caso de ‘Gelaneuria’, el tema que abre la noche y la batería de composiciones que le siguen: ‘Jaio. Musika. Hil‘ e ‘Izena, izana eta ezina’. La voz de Gorka parece esclava del momento y se debate en una duda comprensible entre la emoción y la responsabilidad.

Con ‘Spoiler’ el trío de Lekunberri muestra su inconfundible habilidad para poner los cinco sentidos, la emotividad y las entrañas al servicio de la canción pop. La apisonadora de seis ojos y tres instrumentos está en marcha y como un monstruo sin compasión ataca ‘Payola’, la primera agresión visceral de la noche que se mantiene con ‘Hil nintzen eguna’.

El rock and roll ha adolecido a lo largo de su historia de falta de empatía hacia las siguientes generaciones. Por momentos, ha sido un campo idóneo para negar a otros lo que uno tuvo. Con ‘Zertarako amestu’, Gorka hace referencia a los sueños que se cumplen, como el suyo, que tras 25 años de aquel primero ensayo en su local de Lekunberri ahora le lleva a llenar un pabellón de 11.000 personas cantando en euskara. Porque esta despedida ha de servir para fortalecer la escena, para celebrar la vida, para disfrutar de las propuestas musicales que nacen dentro de nuestras fronteras. No negarles a otros lo que nosotros tuvimos, jamás. Apoyo, sangre fresca, polvo de estrellas, nacer del mismo tronco y dejar que los demás crezcan. Expandir la enfermedad.

Sin demasiado tiempo para la reflexión, la primera hora está siendo frenética, Berri Txarrak hoy se aferra a una versión veloz y rockera de ‘Min hau’ antes de encadenar dos temas del segundo EP de ‘Denbora da polígrafo bakarra’, con ese sonido al que quizá deberían haber llegado antes y del que ojalá no hubieran salido nunca.

Pildorazos sonoros a 300 kilómetros por hora vía ‘Bueltatzen’ y ‘Zuri’ antes de recurrir de forma tremendamente afortunada al riff monolítico con regusto desértico que encierra ‘Harra’. Gorka Urbizu dedica ‘Zerbait asmatuko dugu’ a los jóvenes de Altsasu antes de seguir con ‘Hitzen oinarri ahula’, ‘Zaldi zauritua’ y esa invitación a bailar que siempre ha sido ‘Oreka’. Y es que Berri Txarrak, a lo largo de todas sus formaciones, ha sido una banda que se ha desafiado con cada disco. Así partiendo del heavy metal de su debut pronto se adentró en el metal contemporáneo, siempre con la melodía pop entre ceja y ceja. Luego fueron llegando otras expresiones de rock más crudo como el hardcore, el punk o el rock pesado de los setenta. ‘Oreka’ es una de las múltiples joyas que ha creado a lo largo de esa singladura y es siempre uno de los momentos más especiales de sus conciertos.

El repertorio del trío navarro afronta su recta final con ‘Biziraun’, ‘Denak ez du balio’ y ‘Eskuak/Ukabilak’, tres clásicos que encierran perfectamente la esencia de la banda. ‘Soilik agur’ sirve para que Gorka, David y Galder descansen un par de minutos antes de un primer bis que arranca con un tema perteneciente a su debut, ‘Tortura nonnahi’.

Un bonito homenaje a Pirritx, Porrotx y Marimototx sirve de trampolín a lo que queda del primer bis. ‘Stereo’, ‘Betiko leloaren betiko leloa‘, ‘Sols el poble salva al poble’ e ‘Ikusi arte’ se suceden con un Nafarroa Arena en trance que se prepara para el adiós.

El segundo bis nace donde esa preciosa composición que es ‘Maravillas’ estalla en el llanto de nuestras gargantas. Antes de ‘Ikasten’ Gorka da las gracias a quienes vayan a asistir a un concierto de Berri Txarrak por última vez. El terremoto es incontenible. Los saltos van de la primera a la última fila. De la cota cero a quien puede tocar el techo. ‘Ikasten’, el tema que siempre termina por democratizar los conciertos del trío navarro.

‘Katedral bat’ pone los sentimientos a flor de piel. Las lágrimas ya se agolpan en las paredes traseras de los globos oculares. Listas para salir. Para decir adiós. Un adiós que solo puede llegar con ‘Oihu’, la perfecta combinación entre violencia y melodía. Un buen resumen de lo que significa la música de Berri Txarrak: equilibrio entre el lamento y el desgarro, entre la agresión y la caricia. Dos horas y media de la primera jornada de despedida de Berri Txarrak en un concierto sin sorpresas y sin freno.

Aquí, hora y poco por encima de la media noche, al final, viene una concesión a la primera persona de quien escribe y espero que también de quien lee. A mí primera persona y a la vuestra. Estas son las últimas líneas que escribiré y que me leeréis sobre el presente de una de las bandas de nuestra vida. A partir de ahora, todo será pasado. Glorioso, orgulloso, brillante, constructivo, valiente y emocionante. Comenzamos siendo unos críos y vamos a decirnos adiós con cuarenta y pocos. Treinta y muchos. Los que sean. Los que son. Eskerrik asko Berri Txarrak por habernos hecho sentir especiales tan a menudo. Por habernos hecho sentir todo el poder del rock and roll en nuestras venas, en nuestros dormitorios, en los posters de nuestras paredes y en los radiocasetes de nuestros coches de segunda mano. Eskerrik asko. Musika. Jaio…. Y más música. En otros formatos, futuros, valientes, personales. Pero más música. Algún día habrá que cerrar el ciclo y morirse, pero que sea en otra vida. Jaio.Musika. Hil. Berri Txarrak, de Lekunberri, claro.