Dabid Lazkanoiturburu

«Marcha de un millón» de iraquíes contra la presencia militar estadounidense

El movimiento liderado por el clérigo chií Moqtada al-Sadr ha sacado a sus fieles a las calles de Bagdad en una marcha multitudinaria por la retirada militar de EEUU. El astuto político, quien hasta la muerte del general iraní Soleimani apoyaba las protestas contra el Gobierno de Bagdad y su dependencia respecto a Teherán, se pone ahora en primera fila y reivindica su historial de resistencia a la ocupación estadounidense. Una vela a Dios y otra al diablo.

 Los seguidores del clérigo chií Al-Sadr han salido en tromba a las calles de la capital.(AHMAD AL-RUBAYE-AFP)
Los seguidores del clérigo chií Al-Sadr han salido en tromba a las calles de la capital.(AHMAD AL-RUBAYE-AFP)

Cientos de miles de iraquíes han participado en Bagdad en la «marcha de un millón de hombres», convocada por el clérigo chií Moqtada al Sadr, para exigir la retirada de las fuerzas de ocupación estadounidenses de Irak.

Miles y miles de sus fieles, hombres, mujeres y menores de su feudo bagdadí del barrio de Medina al-Sadr (donde viven dos millones de personas) y llegados en autobús de otras partes de Irak se han ido concentrado en el barrio de Jadriyah, situado en la orilla del Tigris opuesta a la Zona Verde, que alberga la macroembajada estadounidense y las principales instituciones del Estado.

Responsables del Gobierno y diplomáticos no han ocultado su temor de que los manifestantes entraran finalmente en el ultravigilado enclave. Los sadristas ya lo hicieron en 2016 cuando ocuparon la Zona Verde para reclamar reformas al Gobierno de Bagdad.

Historial de resistencia

Moqtada al-Sadr lidera la coalición política Sayirún, la primera en escaños en el Parlamento y varios de sus aliados ocupan cargos ministeriales.

Ello no impidió que su movimiento, que se reclama como reformista, se alineara al movimiento de protesta que sacude desde hace meses el centro y sur mayoritariamente chií del país.

No obstante, y tras la muerte en un bombardeo estadounidense del general iraní Qasem Soleimani, Al-Sadr se reconvirtió en el principal ariete contra la presencia militar estadounidense en Irak y criticó la «respuesta patética» del Gobierno y del Parlamento a esa exigencia. Llegó a hacer un llamamiento a la creación de un «regimiento internacional de resistencia» que incluiría a las milicias chiíes apoyadas por Irán. Milicias cuya presencia se esperaba en la marcha de hoy y que hasta ayer eran consideradas rivales por Al-Sadr.

Con su giro táctico, el clérigo busca, de un lado, no perder su prestigio como fuerza antiestadounidense. No en vano fundó en 2003 el Ejército del Mahdi para responder a la invasión estadounidense del país, una milicia que protagonizó dos levantamientos armados contra el Ejército ocupante y que fue disuelta en 2008, si bien Moqtada al-Sadr ha anunciado su reactivación tras la crisis provocada por la muerte de Soleimani.

Además, en 2014 creó la milicia Saraya al Salam (Brigadas de la Paz), en el marco de la lucha contra el califato del Estado Islámico (ISIS). Este grupo fue disuelto en 2018, a excepción de las unidades en Kerbala y Samarra, consideradas santas por los chiíes.

Jugando a todas las bandas

Tras señalar que «nuestro primer objetivo, nuestra primera demanda, pasa por poner una fecha a la salida física de las fuerzas de ocupación norteamericanas», Al Sadr ha matizado que «para ello tenemos que agotar todos los métodos pacíficos, políticos, económicos, sociales, culturales y populares».

En la misma línea matizada, ha pedido al Gobierno iraquí que proteja las sedes de las misiones diplomáticas, embajadas y empleados de todos los países, como garantía de la capacidad de Irak para preservar la seguridad de los civiles extranjeros en el país.

Finalmente, y en un guiño al movimiento de protesta no exento de contradicciones, el líder chií ha recordado la prohibición expresa a los políticos iraquíes de que acudan a la protesta, para remarcar la naturaleza completamente apartidista de la misma.

Harith Hasan, experto del Carnegie Middle East Center, explica ese discurso y la posición bipolares de Al-Sadr señalando que, «de un lado, intenta posicionarse como líder reformista (…) de otro, quiere preservar su imagen de líder de la resistencia contra la ocupación americana para ganarse el favor de Irán, que insiste en exigir la salida de las tropas estadounidenses de Oriente Medio».

«Con esta marcha, Al-Sadr demuestra que es todavía capaz de movilizar a las masas», añade, para presagiar que ello le dará aún mayor legitimidad para influir en la elección del futuro primer ministro.

«No nos representa»

El movimiento de protesta, que logró la dimisión del primer ministro Adel Abdel Mahdi -quien sigue en funciones porque los políticos no logran acordar su sucesión–, se ha reactivado esta semana tras quedar solapado por la muerte de Soleimani el 3 de enero.

Al punto de que 12 manifestantes han muerto por la represión policial y se ha reactivado la guerra sucia contra activistas políticos, tras la que los manifestantes ven la mano de las milicias proiraníes.

«Al-Sadr no nos representa», afirmaba ayer jueves desafiante un joven que se encontraba en una arteria completamente bloqueada por manifestantes que reclamaban elecciones anticipadas, un primer ministro independiente y el fin de la corrupción.

La marcha del viernes «está politizada», denunciaba Mariam, otra manifestante. «Nosotros nos manifestamos en nombre del pueblo. Somos libres».