Pablo Ruiz de ARETXABALETA

las derivadas del escándalo de Dos santos en Angola salpican a Portugal

El escándalo que sitúa a la hija del expresidente angoleño Isabel Dos Santos en el punto de mira de los tribunales ha salpicado a Portugal. Una cadena de dimisiones, varios sospechosos, lazos con multinacionales lusas y hasta una muerte ponen presión sobre Lisboa

La hija del ya expresidente angoleño ha amasado una fortuna.
La hija del ya expresidente angoleño ha amasado una fortuna.

La ola del escándalo en torno a la hija del expresidente de Angola Isabel Dos Santos y el supuesto desvío de fondos está salpicando a Portugal, donde la justicia angoleña sospecha que Dos Santos ha invertido el dinero del que se ha apropiado.

Según el Fiscal General de la República de Angola, Helder Pitta Gros, «el dinero utilizado para los casos presentados por Isabel dos Santos en Portugal ha sido sacado de contrabando de Angola», lo que pone compromete ahora a Lisboa en la investigación.

Tres días después de las revelaciones de las «Luanda Leaks» sobre el origen de la fortuna de la hija del expresidente de Angola, considerada la mujer más rica de África, y otras cuatro personas fueron acusadas formalmente el miércoles por la justicia angoleña de fraude, malversación de fondos. fondos y lavado de dinero. En definitiva, le reprocha haber saqueado las arcas públicas para construir su propio imperio.

Angola ha solicitado la cooperación de las autoridades portuguesas para poder interrogar a los sospechosos que residen en Portugal, donde el escándalo ha provocado ya nueve dimisiones.

Uno de los sospechosos, Nuno Ribeiro da Cunha, un banquero portugués que trabajó directamente con Dos Santos en el banco portugués EuroBic, fue encontrado muerto esa misma noche en su casa en Lisboa, donde la Policía cree que se suicidó.

La multimillonaria había decidido poco antes vender sus acciones en EuroBic, que ella habría utilizado para transferir los fondos de dudoso origen. Además, Dos Santos ha abandonado el accionariado de la multinacional lusa Efacec, empresa relacionada con el sector energético que controlaba desde 2015.

También imputada, Mário Leite da Silva ha renunciado al cargo de presidente del Consejo de Administración de Efacec y Jorge Brito al de presidente de la Asamblea General de la compañía. Leite da Silva también ha dejado la presidencia de Banco Fomento Angola, el tercer banco de este país.

Además, Brito y Leite da Silva, junto a Paula Cristina Neves Oliveira (también imputada), han cesado como administradores no ejecutivos de la teleoperadora portuguesa NOS, donde Isabel dos Santos es una de las principales accionistas.

Brito era además el abogado de Dos Santos y tras el escándalo presentó su dimisión como socio en el bufete donde trabajaba y decidió suspender su actividad profesional y dejar de representarla.

Isabel dos Santos, a quien sus compatriotas llaman la «princesa», niega las acusaciones de los tribunales angoleños –, que también sospechan de tráfico de influencias, uso indebido de activos corporativos y documentos falsos durante su mandato como jefa del grupo público petrolero Sonangol– y denuncia «caza de brujas» y un ajuste de cuentas político.

También acusó de «racismo y prejuicios» a la cadena de televisión y diarios portugueses que desvelaron el escándalo cuyo comportamiento, comparó con el de «la era colonial, cuando un africano nunca podía ser considerado igual a un europeo».

Imperio levantado a la sombra del poder

A Isabel dos Santos la ha protegido su apellido durante mucho tiempo, pero cuando su padre dejó la presidencia en 2017, esta millonaria de 46 años, que vivía desde hacía más de un año entre Londres, Dubai y Portugal, empezó a ser objetivo de investigaciones y ahora es la mujer más buscada en su país.
«Pondremos todos los medios para traerla a Angola», afirmó el lunes el fiscal general.  

La hija de Jose Eduardo dos Santos, quien dirigió Angola durante casi cuatro décadas (1979-2017), hizo su primera inversión en un restaurante de lujo en la capital, Luanda, origen de una fortuna que los rivales de su padre ven como un símbolo de nepotismo.

«Tengo visión para los negocios desde que soy muy joven. Vendía huevos de gallina con seis años», se defiende la hija del expresidente.

Isabel dos Santos nació en 1973 en Bakú, en Azerbaiyán soviético, donde su madre rusa y su padre estudiaban para ser ingenieros. Tras estudiar ingeniería en el famoso King's College de Londres vuelve a Angola en los años 1990. Crea su restaurante y empieza a abrirse paso al invertir en el primer operador de telefonía móvil de su país, Unitel. En pocos años, crea todo un imperio y sus  inversiones no dejan de crecer, con participaciones en telefonía (Unitel y el gigante Nos en Portugal), la banca (BIC en Angola y BPI en Portugal), la distribución, los diamantes y los medios de comunicación.

Su boda en 2002 en los jardines del Palacio Rosa, la sede presidencial en Luanda, habrían costado cuatro millones de dólares, según la prensa. En 2013, le revista Forbes la llama «la primera mujer multimillonaria de África». Su patrimonio se estima entonces en 3.300 millones de dólares. Isabel dos Santos vive entonces entre Londres, Lisboa y Luanda, frecuenta a las élites de las finanzas y se codea con las estrellas del cine mundial.

Pero su vida da un vuelco cuando su padre deja la presidencia y entrega las riendas del país a su exministro de Defensa, Joao Lourenço, quien destituirá a todos los pesos pesados del antiguo régimen.

Dos Santos pierde rápidamente su puesto a la cabeza de Sonangol, el poderoso grupo petrolero estatal, en el que su padre la había colocado un año antes.   Es justamente en el terreno político que planea contraatacar. La semana pasada, la multimillonaria amagó con presentarse a las elecciones presidenciales de 2022 en su país.