Aitor AGIRREZABAL

Declaración de Arbroath: uno de los más antiguos ejemplos de soberanía cumple 700 años

Los principales líderes políticos de Escocia en 1320, con Robert the Bruce a la cabeza, emitieron varias cartas al Papa Juan XXII que tenían como finalidad establecer la existencia de Escocia como estado independiente y soberano y su derecho a defenderse. Hoy, «el caso más elocuente de autodeterminación nacional y libertad de la opresión externa jamás escrito en la Europa medieval» cumple 700 años.

El monumento de la Declaración en Arbroath. (Soctland Government)
El monumento de la Declaración en Arbroath. (Soctland Government)

«Mientras que cien de nosotros sigamos vivos, nunca, bajo ninguna condición, seremos sometidos al dominio inglés. En verdad, no es por la gloria, ni por las riquezas, ni por los honores por lo que estamos luchando, sino por la libertad, por eso solo, que ningún hombre honesto renuncia, sino con la vida misma». Es el párrafo más conocido de la Declaración de Arbroath.

El documento es una carta de 1320 de los principales líderes políticos de Escocia al Papa Juan XXII, argumentando el reconocimiento del norte de la isla como una nación independiente en el contexto de las continuas luchas con Inglaterra. Fue una declaración que tenía como finalidad establecer la existencia de Escocia como estado independiente y soberano y su derecho a defenderse con la fuerza en caso de ser atacada. Esta declaración está datada el 6 de abril de 1320. Hoy cumple 700 años.

La misiva fue escrita a raíz de la victoria de Robert the Bruce en la Batalla de Bannockburn en junio de 1314, seis meses después de la ejecución pública de William Wallace, contra unas tropas inglesas que triplicaban a las escocesas. Sellada por 51 magnates y nobles, esta carta es la única conservada de las tres que se escribieron en aquella época: una de ellas estaba firmada por el rey de Escocia, Robert the Bruce y otra por los clérigos, con contenidos, se supone, similares a la conservada.

La declaración apunta que la independencia de Escocia era una prerrogativa del pueblo escocés, más que del rey de Escocia. De hecho, establecía que la nobleza tendría la potestad de elegir a un nuevo rey en caso de que el monarca en el poder hiciera algo que amenazara la independencia de Escocia. La Declaración fue llevada a la Corte Papal de Avignon. Aparentemente, el Papa prestó cierta atención a los argumentos contenidos en la Declaración. Tras ello, el 1 de marzo de 1328 se firmó un tratado de paz entre Escocia e Inglaterra, el Tratado de Northampton, en el que el rey inglés Eduardo III renunciaba a todas sus pretensiones sobre Escocia. Todo hay que decirlo, el tratado tuvo un corto periodo de vigencia.

El historiador escocés Tom Devine afirma en ‘The National’ que «es el caso más elocuente de autodeterminación nacional y libertad de la opresión externa jamás escrito en la Europa medieval». El periodista y escritor Martin Hannah añade que «proviene de un tiempo y lugar específicos, pero también habla sobre ideas de libertad y humanidad en los términos más amplios y universales, lo que lo hace fácil de entender, incluso siglos después, y mucho más allá de las fronteras de Escocia».

Durante siglos esta Declaración, al igual que las dos que la acompañaban, se perdió en lo profundo de los archivos reales. Sin embargo, en la década de 1680 apareció, llegando a ser un documento importante en la Revolución de 1688, que vio a Jacobo VII de Escocia y II de Inglaterra depuestos por su hija Mary y su esposo William de Orange. También se ha defendido que la constitución de EEUU está basada en este documento.

«Piedra angular de la identidad nacional»

Algo más cercano en el tiempo, en 1920, Escocia también celebró el 600 aniversario. Sin embargo, en aquella época, la mayoría de los invitados oficiales en Arbroath Abbey no eran partidarios de la independencia. El SNP todavía no existía y Escocia era parte activa de un imperio en su apogeo. A pesar de ello, en aquel acto soprendió la intervención del representante de la Iglesia Libre Unida de Escocia. Según apuntan las crónicas del evento, defendió que la verdadera lección de la historia de Escocia era que «no solo está mal, sino que es imposible gobernar a un pueblo contra su voluntad, y la autodeterminación es un derecho humano y natural aplicable a todas las naciones».

Ahora, en su 700 aniversario, vuelve a salir a la palestra. «No es coincidencia que este aniversario 2020 de la firma de la Declaración haya atraído más interés popular que nunca antes. El documento está en sintonía con una Escocia donde hay un sentido mucho más fuerte de identidad nacional y una búsqueda de un nuevo futuro para una nación antigua», señala Devine. «Es una especie de piedra angular de la noción de identidad nacional».

Siete siglos después, la celebración de los actos de conmemoración apuntaban a ser otro punto de inflexión para los partidarios de la independencia hasta que los planes fueran interrumpidos por la crisis del coronavirus, con eventos clave cancelados o pospuestos. La crisis sanitaria ha llevado al Gobierno de Sturgeon a confirmar lo que era un secreto a voces: no habrá referéndum de independencia en 2020.

The Declaration of Arbroath from Charlie Stuart on Vimeo.