Dabid Lazkanoiturburu

Los yihadistas redoblan sus ataques en plena conmoción mundial por el coronavirus

Los grupos yihadistas no solo no han atemperado o frenado su ofensiva sino que la han redoblado mientras el mundo asiste desconcertado y con temor a la pandemia del coronavirus. Así lo hicieron en plena crisis global en 2008.

 Operativo militar francés en Burkina Fasso. (Michele CATTANI-AFP)
Operativo militar francés en Burkina Fasso. (Michele CATTANI-AFP)

El Sahel es el epicentro de esos ataques yihadistas en plena pandemia, pero alcanza incluso al centro de África. Y por si fuera poco, el ISIS se está recomponiendo en el que fuera su califato y ha lanzado un ofensiva contra el Ejército sirio y sus aliados en Deir Ezoor.

Si el llamamiento de la ONU para un alto el fuego a escala planetaria ha tenido eco desigual en los conflictos que asolan al mundo, ha sido totalmente desoido por el yihadismo. Al contrario, y siguiendo el guión de las crisis de los años 70 y del 2008, están redoblando su ofensiva al amparo del desconcierto mundial por el Covid-19.

Y el continente africano, sobre todo el Sahel, está siendo testigo, y principal víctima, de ese intento del yihadismo de reposicionarse y recuperar terreno y presencia en un escenario, otra vez, de crisis mundial.  

El por ahora último golpe yihadista tuvo el lunes como objetivo al Ejército de Mali –un día después de las elecciones–, con 25 bajas mortales en un ataque en Gao (Azawad).

El líder de la oposición maliense, Soumaila Cissé, sigue desaparecido –­probablemente secuestrado– desde el pasado miércoles tras una emboscada contra su convoy cerca de Tombuctú que se atribuye a la filial local de Al Qaeda (el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes JNIM), liderada por el tuareg Iyad al Ghali.

En Burkina Fasso  se suceden desde hace una semana los ataques y decapitaciones de civiles cristianos animistas a manos de la sucursal del ISIS (Estado Islámico del Gran Sahara), liderado por Abu al Walid al Saharaui.

A falta de uno, dos Boko Haram

Pero la mayor ofensiva es la que llevan a cabo separadamente y en una pugna por ve quién golpea más Boko Haram y su escisión, el Estado Islámico en Africa Occidental (ISWA), que han causado más de 200 bajas mortales en ataques a los ejércitos de Níger, Nigeria, Chad y (norte de) Camerún.

El ataque más mortífero mató hace dos semanas a un centenar de soldados chadianos en la base militar de Boma.

El Gobierno chadiano ha decretado el estado de excepción en toda la región de Lac, lo que ha disparado una represión indiscriminada que no hace sino alimentar el yihadismo.

En paralelo, Nigeria, Burkina Fasso y Mali han lanzado una contraofensiva en la zona de las tres fronteras (Liptako-Gourma) con el apoyo de la campaña militar francesa Barjane, que despierta crecientes recelos anticolonialistas entre la población.

Por si todo esto fuera poco, la ofensiva yihadista no se limita al gran Sahel. Mozambique ha sido escenario estos días de sendos asaltos a dos localidades en la región de Cabo Delgado, que se atribuyen a otra sucursal del ISIS (Estado Islámico en África Central), que opera y ataca asimismo en el este de la República Democrática del Congo (RDC).

El ISIS contraataca en Siria

El ISIS ha vuelto a sus orígenes –en realidad nunca se fue– y lleva a cabo una contraofensiva contra el Ejército regular sirio y sus milicias aliadas en la provincia de Deir Ezzor (este).

El opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos asegura que los combates tienen lugar en las localidades de Al Abbas, Al Jalah y Al Sayal, en el desierto de Al Bokamal, en la frontera con Irak. Según su recuento, desde el 24 de marzo habrían muerto 377 soldados y milicianos leales a Damasco y 75 milicianos apoyados por Irán en ataques de un ISIS que se recompone en Siria y en Irak.


Narrativas yihadistas sobre la pandemia

Venganza divina o problema sanitario, golpe duro u oportunidad. El Covid-19 obliga al yihadismo a adaptarse y a establecer una narrativa.

Los grupos yihadistas en Yemen, el Sahel y Somalia guardan silencio pero la central de Al Qaeda publicó a finales de marzo un documento en el que explicaba la pandemia como resultado de la «indecencia, obscenidad y corrupción moral». Consecuencia de «la cólera de Allah».

El grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS), sucursal siria de Al Qaeda, ha denunciado la mayor atención al coronavirus que a las víctimas de la guerra. Sin embargo, y al decir de la OMS, la provincia rebelde de Idleb ha sido mucho más expeditiva en tomar medidas contra la pandemia que el Gobierno de Damasco.

Por lo que respecta a los talibanes afganos, que no responden a una lógica yihadista internacional, mantienen su estrategia y ayer se levantaron de la mesa de negociaciones para un intercambio de presos con el Gobierno de Kabul.

En cuanto a lo que atañe al ISIS, la internacional yihadista ha instado desde su revista ‘Al-Naba’ a «atacar y debilitar a los infieles y apóstatas». Sigue así pues fiel a su estrategia de prosperar mientras el caos se adueña de sus enemigos.

Con respecto a Europa, el cierre de fronteras y los estados de alarma dificultan la comisión de atentados yihadistas. Pero, como se vio el pasado sábado en el sudeste del Estado francés, el riesgo de atentados de lobos solitarios o individuos aislados persiste.