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Pequeñas acciones para ajustar el incremento de la huella ecológica de los hogares

El confinamiento ha disparado la huella ecológica que provoca el consumo energético de los hogares, por lo que expertos en la materia aconsejan «sentido común» a la ciudadanía mediante la adopción de pequeñas acciones que generen una mayor eficiencia y también un menor gasto económico.

 64 millones de visualizaciones de una serie equivalen a la emisión de 190 millones de kilos de CO2. (Olivier DOULIERY/AFP)
64 millones de visualizaciones de una serie equivalen a la emisión de 190 millones de kilos de CO2. (Olivier DOULIERY/AFP)

La paralización de la casi totalidad de la actividad laboral y las restricciones a la movilidad han provocado consecuencias beneficiosas en el medio ambiente. El drástico descenso de las emisiones gaseosas nocivas por el cierre de fábricas y el prácticamente nulo uso del transporte automovilístico ha traído consigo que, en muy pocos días, los niveles atmosféricos hayan vivido una recuperación sin precedentes.

Por contra, el confinamiento obligado por la crisis sanitaria ha ocasionado que la huella ecológica de los hogares se haya visto incrementada de manera exponencial, aunque siempre dejando claro que esta última no es comparable en valores absolutos a la que produce la industria y la locomoción basada en hidrocarburos. Pese a esa menor incidencia, los expertos dan algunos consejos para minimizar el impacto del consumo domiciliario.

Iluminación, electrodomésticos, internet... la cuarentena motivada por el Covid-19 ha disparado el volumen de uso energético en los hogares, fruto de las necesidades del teletrabajo, estancia de 24 horas en las viviendas y ocupación del ocio mediante las nuevas tecnologías. El problema es que mucho del suministro para poder llevar a cabo todas esas tareas no es de origen verde.

Los datos son contundentes. Solo en los diez primeros días de confinamiento, el tráfico en internet se incrementó casi un 40%, mientras que las llamadas móviles lo hacían el 50% y el uso de datos se elevaba en un 25%. Por otro lado, el tráfico de plataformas de mensajerías instantáneas como WhatsApp se multiplicaba por cinco.

Como muestra, un botón. Un reciente estudio ha desvelado que, por ejemplo, 64 millones de conexiones para visualizar vía internet cualquier serie de una plataforma digital equivale, en términos energéticos, a recorrer en un coche con motor térmico unos 675 millones de kilómetros, lo que supone una producción de casi 190 millones de kilogramos de CO2.

Dosificar

Frente a esta realidad, la solución pasa por aplicar pequeñas acciones más eficientes, marcadas por el «sentido común», explica Mar Satorras, investigadora del Urban Transformation and Global Change Laboratory (Turba Lab) IN3 de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Dicha científica explica que en estos momentos «no podemos salir a comprar bombillas, ni electrodomésticos más eficientes», pero sí regular la calefacción a temperaturas no muy elevadas, aprovechar la luz natural, secar la ropa al sol o quitar el polvo a las lámparas para obtener una mayor luminosidad.

Otra acción positiva sería contratar un operador que apueste por las energías renovables y cambiar la tarifa de la luz, añade esta experta. En similares términos, Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF en el Estado español, apuesta por una dosificación en nuestras costumbres, especialmente en lo que se refiere a internet. «Parece algo inocente, pero cada vez que buscamos algo en Google, cualquier consulta, se consume energía. Tenemos que aprender a dosificarnos, no estar siempre conectados. Encontrar un equilibrio», expone.

Coincide con él Víctor Viñuales, de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), para quien es necesario mantener esa misma equidad entre las necesidades y los deseos, así como «meditar» sobre el actual modelo de hiperconsumismo, aprovechar la crisis presente para potenciar la autocontención y descubrir lo importante en la vida. «No todo lo que se puede hacer se debe hacer», defiende.

En todo caso, el impacto en la huella de carbono por los servicios e infraestructuras que requieren gran cantidad de energía no es comparable a la actividad común antes del confinamiento. Así, la consultora Euro-Funding explica que, aunque el consumo digital no siempre se corresponde con energías verdes, es menos sostenible utilizar el coche y salir a ver una película en el cine, que visualizarla por internet en casa.

Del mismo modo, quedarse en el domicilio a trabajar incrementa la repercusión doméstica en el medio ambiente, pero dicho impacto aumentaría con el desplazamiento en automóvil a la oficina, lo que supondría gasto y quema de combustible, además de mayor utilización de la lavadora en la limpieza de la ropa y empleo de envases de plástico de un único uso, generando una multiplicación de los residuos.

Así pues, aunque ahora no estemos contaminando al mismo nivel que lo hacemos con nuestro trasiego diario, también podemos adoptar sencillas medidas para que el impacto que nuestros hogares provoca en el entorno natural se vea mitigado de manera notable durante esta cuarentena.